VIAJAR A CHILE
No recuerdo el año. Yo trabajaba en Alabama. Conocí a una estudiante de la maestría que era originaria de Chile. Como "un golpe de dados jamás abole el azar", decidí pedirle si acaso podría hacerle llegar uno de mis libros a Nicanor Parra. ¡Como que ese país no fuera larguísimo, aunque delgado! Yo creía que los libros podían llegar así nomás con desearlo o por correo. Lo que ocurrió fue que el papá de mi estudiante que era periodista, hizo un viaje a Las Cruces para irle a dejar a Parra mi librito,con la intención periodística de ver a Parra en su casa. Contó más tarde que finalmente llegó a la casa de Parra y que afuera vio parqueado su carrito volkswagen. Tocó y una señora le salió a abrir. A lo lejos vio que alguien corría la cortina de la ventana. La señora le preguntó que qué quería, a lo que él respondió en voz alta que le traía un libro a Parra. La señora fue hacia la puerta, y volvió con el padre de mi estudiante, y le dijo que qué libro era ése y de quién? A lo que el señor respondió que era de una profesora que vivía en Estados Unidos. Eso hizo que Parra aceptara que el padre entrara, y le pusiera en sus propias manos el librito. Se sentaron(según relató luego en la nota periodística)y Parra hojeó el libro detenidamente. Ah le dijo, ¿la profesora me lo envió? ¿Y por qué? Al señor se le ocurrió decir, que yo era una admiradora suya. Lo cual en el fondo era y sigue siendo una gran verdad. Allí se estuvo Parra sonriendo a veces, mirando de soslayo al visitante, y mirando el libro cuyas páginas iba sosteniendo porque se trataba de un libro de hojas sueltas. Habiendo terminado, le pidió más señas, pero el señor realmente no había contemplado que le haría ese tipo de preguntas, porque en realidad no sabía nada de mí, más que mi nombre, y que era profesora en Alabama. Como la vida es un pañuelo. Parra le agradeció que hubiera ido hasta allá a dejarle el libro. Y que me diera saludos (no se dejó tomar la foto). Me envió una tarjeta con su firma, agradeciendo. Pero para mí, el solo hecho de la historia era el mejor regalo que me pudieran hacer desde Las Cruces.

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