PUTA LOCA O EL SÍNDROME DEL GOLPE
En los últimos tiempos, y con esto me refiero a años, he estado meditando, reflexionando acerca de la violencia en el idioma. Algunas de nosotras ya no somos mujeres que podríamos tolerar los golpes en la vida en pareja, pero todavía aguantamos los rudos golpes del idioma, quizás porque bregamos con esa carga todavía colonial de ir reaprendiendo a defender nuestro derecho a no ser agredidas lingüísticamente.
Y que ser agredidas por las palabras, tiene hoy, el equivalente a no poder ser azotadas físicamente. Mi propia experiencia me ha demostrado que difícilmente las mujeres que somos independientes económicamente, somos blancos fáciles de los abusos físicos, tanto en manos de hombres como de mujeres con los/las cuales podemos establecer una relación de pareja. Las palabras que azotan nuestro yo interno pueden tener consecuencias nefastas. Porque el idioma tiene una fuerte relación con la libertad, que seguro han ido ganando nuestras ancestras y que hoy nosotras asumimos como natural en nuestras vidas.
Dejarse decir cosas feas, desagradables, impunes y abusivas, puede tener consecuencias irreversibles. Me pongo a recordar relaciones que entablé en mi juventud y de las cuales pude deshacerme, porque mi energía vital era muy fuerte, y me habían enseñado en mi casa, que los hombres no abusan así como así de las mujeres. En mi caso, las relaciones de pareja han sido con hombres. Así, a mí me dio el ejemplo mi padre. Y se lo enseñó a mi hermano. Nosotras, las tres mujeres vimos esto y de allí aprendimos. Pero no significó que no nos viéramos expuestas a esas relaciones desagradables por falta de análisis, y por no poner atención a los consejos de gente sabia, que veía lo que nosotras no lográbamos ver, por ese tipo de ceguera social, que nos inducía al fracaso, y que fue parte de nuestro ser social e histórico.
En la actualidad si un hombre o mujer al que pensás que le debés fidelidad, laboriosidad y recato, osa agredirte con palabras, habría que analizar más las razones por las cuales arremete contra vos de esa manera. Seguir echándonos la culpa no es el remedio. Porque socialmente nos han enseñado que tenemos la culpa, si alguien nos maltrata física o verbalmente. Por el simple hecho de ser mujeres. Cuando en realidad no tienen derecho a tratarte mal de ninguna de las dos formas. Porque hay maneras de resolver esas violencias, hablándolas o decidiendo la separación, porque es obvio que algo no camina ya bien, cuando montado en ira, porque no accedés a no dar tu opinión, te dice puta y luego te llama loca. He conversado con varias mujeres, que han tenido la misma experiencia. Esas dos palabras son muy fuertes, y juntas significan el equivalente a un golpe que no te dieron. Por un lado sabemos que puta, se refiere a la conducta sexual libre, y loca a no ser capaz mentalmente de pensar racionalmente. De las dos formas las mujeres a lo largo de la historia hemos sido tildadas cuando los/las compañeras nos quieren golpear simbólicamente.
Y a pesar de que el análisis que hacemos está dentro de la razón, algo en el fondo nos mantiene calladas, inertes casi, sin poder tomar decisiones que nos alejarían de esos malos tratos, que aunque al inicio se hallan borrado con disculpas, se siguen repitiendo, ya sin ellas, sobre todo si nos resistimos a no quedarnos calladas, cuando aparecen problemas que se pueden resolver hablando o separándose de las personas que ya no nos toleran como somos. Y además es evidente que nosotras tampoco lo hacemos.
Es por eso que escribo esto hoy y aquí. Porque mi mayor expresión de libertad está en la escritura, y es central para mí poder analizar mi propia experiencia a través de la palabra. El error de las personas cuando te agreden verbalmente es creer que es mejor, a que te agredan físicamente. Como que fuera una cosa por la otra. Cuando en realidad, si lo vemos desde un punto de vista humano, no hay derecho a ninguna de las dos.
Mi análisis final sería seriamente tomar decisiones. He visto cerca de mí los abusos que comenten gentes sobre mis seres queridos, pero también he vivido en carne propia los abusos verbales sobre mí, y y pensaba estas noches, que topé con eso. Y que es necesario tomar determinaciones que aunque sean tristes, me puedan alejar de estar expuesta a ese tipo de golpes simbólicos, que me causan depresión y no permiten que lleve una vida más normal.