viernes, 26 de agosto de 2022



ENTRE JANET GOLD Y JOSEFA GARCÍA GRANADOS 

Posiblemente era 1992 o 93, Ana Ma Rodas me habló por tel porque había conocido a una escritora norteamericana en Honduras, y ella le había pedido contribuciones de trabajos sobre mujeres centroamericanas. Ana Ma. le había hablado de mí a Janet N. Gold, con quien hasta hoy seguimos siendo amigas. 

Yo nunca la había conocido ni había oído hablar de ella. No eran tiempos de celulares, wasap ni de redes sociales frenéticas. Apenas si bien, teléfonos en casa, y algunos todavía usaban los teléfonos monederos en las calles de la ciudad de Guatemala. Había yo tenido una hija, muy recientemente, y estaba pequeña, a pesar de eso trabajaba como en dos lugares dando clase y no sabía que un día me dedicaría como trabajo y pasión a la investigación en el campo de los ahora estudios culturales, con concentrada atención en el arte, la literatura y la cultura de mujeres de Guatemala, en ese momento y de Latinoamérica con el tiempo. 

Al final Ana Ma. había amarrado el hecho que yo escribiera algo sobre Josefa García Granados de quién yo era devota lectora, al menos de lo que existía impreso en ese momento, y además mantenía una pasión por su figura descentrada y marginal, a pesar de haber pertenecido a las familias coloniales de Guatemala. 

La Pepita casi no se leía en la USAC cuando yo había estudiado allí en la década del 80, y cuando se leía, estaba vedado leer "El sermón". La trabajaban pocos, y solo se la conocía, por haber escrito ese poema entendido como pornográfico. Y eso la descartaba de las lecturas tan doctas que tuvimos que hacer en aquellos años 80. De sus otros escritos casi no se hablaba, seguro nadie buscaba información. Se repetía que no había desarrollado tanto. Un compañero mío sí hizo una tesis sobre ella, cuando nos graduamos en 1989. Total que todos leíamos a la Pepita a escondidas, nadie se atrevía a ir más allá, delante de una escritora que se salía de los límites de todo. De ella tomé el nombre de mi página de internet en el año 1998, Cienvecesuna, nombre de su periódico en el siglo XIX, fundado por ella, y manejado autoritariamente, puesto que ella escribía, lo hacía circular y lo ha de haber pagado, para poder entablar diatribas con puros machos de la época. Se peleó escrituralmente con los salvadoreños que mantenían pugnas con los guatemaltecos en ese revoltoso siglo. Se discutían muchos asuntos políticos y ella no tenía empacho en externar su opinión. Acusada de rara, de vengativa, de mala madre y mala esposa, la Pepita hizo revuelos en el siglo XIX junto a sus compañeros de tertulia, escribió poesía, ensayo periodístico, teatro, y se dio gusto viviendo a su modo. 

Entonces fue sobre ella que escribí el primer ensayo entre 1992 y 1993, y en el 94 ya estaba yo revisando el texto cuando me iba a ir a vivir a Estados Unidos. Por eso me recuerdo bien de todo. 

Janet recibió el manucrito cuando yo ya estaba en USA, y al paso de los años lo puso en un libro Volver a imaginarlas (Guaymuras, 1998), mi texto se llama "Frente al imaginario retrato", y me lo han criticado, en diversos momentos, por la falta de rigurosidad de archivo, como que si en esa época se hubiera podido abrir los archivos o acceder a ellos en medio de la guerra, o en medio de las invisibilizaciones, que las propias familias coloniales hicieron de algunos escritos realizados por sus antecesores, como es el caso de la Pepita. Lo del imaginario retrato salió porque nunca tuve acceso a su imagen visual. Nosotros no conocíamos cómo lucía la Pepita, sino hasta muchos años después. La confundían constantemente con su nieta, la famosa del poema de Martí, María García Granados, hija de su hermano, Miguel García Granados. De quien sí había imágenes, pero de la Pepita la vimos cuando una persona de su familia, muchos años después envió una copia para ser colocada en el volumen que publicó la Tipografía Nacional en el siglo XXI. Y esa es la imagen que yo pongo ahora aquí para engalanar mi escrito de esta mañana.

Total que de Janet aprendí algo. A no dejarme vencer, y seguir rescatando y buscando escritoras que han quedado en el anonimato. Esperando que cuando no seamos mas que ceniza, alguien se ocupe de nosotras. 


jueves, 18 de agosto de 2022

 

ELISA RODRÍGUEZ CHÁVEZ
 
(UN INTENTO DE BIOGRAFÍA)

Aida Toledo

Elisa Rodríguez Chávez, nació en la ciudad de Guatemala en el año 1939, en un periodo histórico conocido como la "dictadura ubiquista". Hizo sus estudios de educación primaria, en el Colegio Belga Guatemalteco. Luego estudió una carrera como secretaria en la Academia Secretarial. No realizó estudios universitarios, pues estaba interesada desde niña en la educación musical, su sueño era ser pianista, y por eso se dedicó a los estudios musicales en el Conservatorio Nacional de Música, desde los nueve años de edad.

La experiencia universitaria que logró en ese tiempo se resume en algunos cursos de literatura que tomó en la Facultad de Humanidades de la Universidad de San Carlos de Guatemala, que efectivamente coinciden con el periodo en que estaba escribiendo el libro Cárcel de su cuerpo (1962). Recuerda todavía que tomó un curso sobre el Quijote de Cervantes, impartido por el reconocido profesor Dr. Salvador Aguado Andreut. 

Los acontecimientos políticos en medio de los que Elisa nació, creció y se convirtió en la escritora que produciría en la década del 60 dos importantes novelas, se pueden situar muy bien, ya que habiendo nacido durante la dictadura de Jorge Ubico, se hizo adolescente y debe haber presenciado la llegada al poder de los dos gobiernos que han dejado marcas y huellas en las generaciones jóvenes que tuvieron la experiencia de primero de la revolución de 1944 y luego la llegada al poder del primer y único gobierno socialista, que se apagó en 1954. 

Lo cierto es que las novelas de Elisa Rodríguez se estaban gestando a inicios de la década del 60, o sea unos años después de la salida del presidente Arbenz, más durante el gobierno del general Castillo Armas, quién es asesinado en 1957. A Castillo Armas lo sustituye una junta de gobierno y a partir de allí la experiencia política de la juventud a la que pertenece Elisa, tiene una experiencia política similar, porque se trata de una serie de gobiernos dictatoriales, de los que no saldrá el país sino hasta la década del 80, cuando se elige mayoritariamente al primer presidente civil.

Las dos novelas de Elisa Rodríguez, Cárcel de su cuerpo y Oro de cobre, fueron gestadas tres años después de 1957. La autora había terminado sus estudios secundarios por completo y había comenzado a trabajar como asistente en una de las unidades educativas de la Universidad de San Carlos. Llevaba cerca de 4 años trabajando en la universidad estatal, cuando da inicio a la escritura de la primera novela. 

El proceso de escritura comienza entonces en 1960. Lo cierto es que los primeros borradores conocidos, aparecieron en el marco del premio de los Juegos Florales Centroamericanos de Quetzaltenango en el año 1962. Pero hoy sabemos que durante el proceso de escritura, de primero construye Cárcel de su cuerpo. Lo hace entre 1960 y los primeros cinco o seis meses de 1961. E inmediatamente al terminar la primera versión, inicia la otra novela, Oro de cobre, muy influenciada por los sucesos políticos que observa de cerca en la facultad donde se encuentra laborando. Elisa poseía un borrador ya legible de los dos libros, con los cuales y motivada por su padre, decide someterlas al premio de Quetzaltenango donde Cárcel de su cuerpo resulta ganadora del certamen único de novela y Oro de cobre, obtiene una mención honorífica. 

Sabemos que uno de los impactos más fuertes en las novelas de Elisa, fueron los estudios musicales, los distintos ambientes que ella vivía en el Conservatorio Nacional de Música, y su trabajo en la Universidad de San Carlos. Además de su círculo familiar que fue central para la escritura de la literatura, donde tuvo importantes contactos artísticos, profesionales y humanos, que tienen que haber marcado su obra.

Por otro lado su padre, reconocido escritor guatemalteco, era en ese momento, el Director de El diario de Centroamérica, al momento en que Elisa gana los dos premios de novela, y hoy llama la atención que los organizadores del premio en Quetzaltenago, le avisaran de primero al padre que a la escritora ganadora, y es él precisamente, el que le informa a Elisa del acontecimiento. 

En 1965 la novela Oro de cobre será publicada en libro, y se reeditará posteriormente en el año 2010. La novela premiada, Cárcel de su cuerpo, nunca tuvo una edición en papel, en el presente está publicada en formato digital en México, dentro de una plataforma creada para la novela corta por profesores e investigadores de la UNAM. Y este espacio solo tiene los derechos por la edición digital. Así mismo, el sello Editorial La Pepita publicará en papel por vez primera el libro de Elisa Rodríguez Chávez en el año 2023.

Elisa va a continuar dedicándose a la escritura los años subsiguientes, pero desarrollará hacia el género del cuento, ganando premios con piezas aisladas, “La tormenta”, obtiene el primer premio en los Juegos Florales de Jutiapa; “Dipsómano” gana el premio único en cuento, además obtiene un segundo lugar en prosa en los Juegos Florales de Escuintla. El premio más importante en el género del relato breve es el de los Juegos Florales Centroamericanos de Quetzaltenango con un pequeño libro titulado Cuentos en la niebla (1974), que escribe cuando se encuentra viviendo y estudiando piano en el extranjero. Volumen de cuentos que nunca se publicó en libro. Entrevistada en este tiempo de covid, Elisa Rodríguez actualmente estudia dramaturgia, y como parte de las exigencias ha ido escribiendo obras de microteatro. 





ANALIZAR Y PENETRAR EN  LA LITERATURA GUATEMALTECA He escuchado hoy varias ponencias en el Congreso de Filosofía de la Universidad Rafael ...