domingo, 2 de julio de 2017

Cine latinoamericano

SIN DEJAR HUELLA DE MARÍA NOVARO O EL SÍNDROME DE LAS TECUNAS MODERNAS

Sin dejar huella se titula uno de los largometrajes de María Novaro donde los personajes principales recaen en mujeres nuevamente. El film que se estrena en el año 2000, había sido filmado durante nueve semanas consecutivas para su logro. Esta película está -como otras de Novaro- llena de anécdotas de filmación, como el hecho que en la realidad del filme, las artistas vistieran ropa muy ligera, cuando en realidad el clima hubiera requerido de abrigo y botas, o el de que Aitiana Díaz-Gijón pudiera pronunciar el maya yucatero como auténtica mayera, que hasta los habitantes del lugar lo creyeran.
En la película se discute el viaje de huída de dos mujeres que se encuentran en el camino y cruzan sus respectivas historias. Es lo que en el cine se llama “película de carretera o road movie”, pero en este caso y de acuerdo a la directora, era inevitable lo del viaje, porque de alguna manera era lo que ella intuía para este film. Inclusive Novaro misma hace sola el viaje de 3,000 kilómetros( que sus personajes tienen que vivir en la trama de la película) llevando su videocámara para hacer tomas y su libreta para hacer notas. La trama del film tiene un enredo de triler también, dado que empieza a complicarse porque cada una de ellas anda en malos pasos, una trafica con falsas piezas mayas, y la otra le ha robado al novio que vende drogas, tanto dinero como mercancía, sin pensar en los peligros que esto representa para sus hijos, dado que realiza el viaje llevando consigo un bebé que está amamantando. Estos son los personajes que inician una relación de solidaridad de alguna manera. Las mujeres se van conociendo durante el viaje de huída, cada una de ellas viene de medios de sobrevivencia precarios, donde las formas que asumen para resolverlo colinda con la prostitución y la complicidad. Sin embargo el tema de la huída (que nos parece sintomático en este film) está retrabajando de alguna manera, el mito de María Tecún del libro de Miguel Angel Asturias: Hombres de maíz, en donde se produce una huída en cadena, y en el que son solo las mujeres que huyen de “sus hombres” las que producen el efecto mítico, y que según la leyenda maya, acaban convirtiéndose en piedra. Las protagonistas de la película de Novaro huyen necesariamente de un poder que las acosa, en el caso de Aurelia, ella huye de los narcotraficantes y del novio que se siente no solo robado, sino también abandonado; y en el caso de la traficante de piezas mayas, huye de la policía mexicana norteña, que es presentada en el film como totalmente corrupta. Pero estos personajes femeninos de Novaro no se encuentran al momento del inicio de la historia, en procesos de mejoramiento, sino al contrario, se encuentran metidas en una especie de tragedia de la modernidad. Aurelia, tiene que mantener dos hijos y está viviendo en la ciudad donde se encuentra el sicópata que está asesinando a las mujeres en serie. Ella es una obrera, trabajadora de maquila, que corre el mismo riesgo que cualquiera de las víctimas y se siente acosada por este hecho. Mantiene relaciones amorosas con un joven de 19 años que es un narcotraficante menor, y que suele dejar el dinero y la mercancía escondida en la casa de su novia, como buen ingenuo. Marilú, la otra protagonista, es también mexicana, crecida en España, y de allí el acento. Este personaje es un personaje culto, que ha ido y obtenido diplomas en la universidad, pero lo cual no ha servido para que sobreviva, como ella lo esperaba, de su título, además que deja claro que en el medio de los museos y estudiosos de las piezas prehispánicas hay un constante tráfico de piezas y de falsificación de las mismas, por artistas mayas, que pueden reconstruir una pieza falsa como auténtica. En suma todo el film nos presenta a ese nivel un realidad cruda y “real”, del México moderno. Marilú, que cambia de identidad cada vez que lo necesita está perseguida, no solo policialmente, sino sexualmente, por el jefe de la policía del sector de la frontera norte. Aquí Novaro discute también y moldea a su personaje femenino, como alguien sin prejuicios y valores morales, Marilú es totalmente amoral, ya que aunque la escena no se presenta, la traficante de piezas mayas, ha tenido que ceder ante el constante acoso sexual del policía, para poder quedar libre en ese momento. Sin embargo el policía se encuentra obsesionado sexualmente por esta mujer y empieza a perseguirla durante el largo viaje que ella emprende, destinalmente, acompañada de Aurelia y su bebé. Aurelia es un personaje astuto, pero simple, no tiene los alcances de Marilú ni su cultura universitaria. Novaro se sirve de este contraste para explicar de forma sencilla, las búsquedas de sobrevivencia de las mujeres mexicanas durante la modernidad.
Es interesante que en su relación con el mito de las tecunas asturianas, el efecto de probabilidad en cuanto a los personajes de Asturias, está siendo trabajado también en el film mexicano. En la historia del mito de las tecunas, se teje el mito alrededor de “la maldad o locura” de la mujer que abandona a su hombre. Esta mujer deja de sentir esa responsabilidad de quedarse junto al esposo u hombre, y desea irse, huír de esa relación buscando algo. El hombre en esta obra de Asturias, no encuentra suficientes razones que expliquen la huída de sus mujeres y convierte su huída en un mito, y nos parece que efectivamente, en el film, los personajes masculinos no son capaces tampoco de cuestionarse este aspecto, ni de explicarlo, como una consecuencia de la modernidad, y del cambio de pensamiento y roles que una sociedad moderna, le exige a las mujeres. Durante la historia del film, las dos mujeres están acosadas por un poder represor de corte patriarcal, que las obliga todavía más a huír. El terreno a recorrer no les provoca miedo. Marilú conoce estravíos y espacios escondidos en el área maya, por el tipo de trabajo al que se dedica, además que puede hablar maya yucateco, con lo cual nos muestra Novaro, a la mujer emancipada, culta y estudiada, que puede valerse por sí misma, en espacios aún prohibidos, y reservados para los hombres en el pasado. Aurelia lleva consigo inclusive una pistola, símbolo del cambio de poder familiar. Las dos mujeres asesinan sin querer a dos narcos que las persiguen en un carro rojo. Pero lo hacen no con la pistola, sino a través de un truco muy usado en los filmes de Tarzán, el del hoyo tapado con ramas y lianas, donde caerán los perseguidores. Durante el enredo del film el novio de Aurelia que aparece en el hotel donde ellas se hospedan, reclamando el abandono y no el robo, mata con pistola ahora sí, al perseguidor de Marilú, el sátiro que la ha seguido, asesinando y golpeando para conseguirlo, a quienes trabajaban con ella en el negocio del tráfico de piezas mayas falsificadas. Esta manera de urdir la trama y resolverla es típico del triler policial de hoy día. Un golpe de suerte para nuestros personajes, deshacerse de sus perseguidores por cuestiones del destino. Porque contrariamente a lo esperado por un público comercial, en el film, las mujeres no mueren, no son castigadas en favor de la catarsis del sistema, como en el film norteamericano Thelma y Louise, con el cual ha sido provocada Novaro, en distintas entrevistas realizadas a propósito de Sin dejar huella. Y sí, de alguna manera, las dos mujeres encuentran la amistad y la camaradería a través de un viaje, donde como dos buenas tecunas, huyen del poder que las oprime y controla, para hacer una vida más libre en un espacio, que a nivel de imaginarios culturales modernos, resulta ser una especie de paraíso, una playa silenciosa y calma, donde poder pensar y disfrutar del clima y de la vida familiar sin los conflictos y las represiones que la vida moderna le propone a sus habitantes en las ciudades grandes como México o Estados Unidos, a solas con ellas mismas.


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