BIOLIBROVIDAS
Los libros pasan a constituir parte de la vida de las personas que los hacen. Se convierten en etapas de sus vidas. Fases por las que atraviesa la persona. Acompañan etapas de duelo y de alegorías de la felicidad. Pero sobre todo se van escribiendo como dentro de una biografía literaria. En mi caso, me considero una escritora que se dedica a la escritura creativa. Los designios del destino me han llevado a dedicarme a la academia literaria y cultural, pese a haberme resistido a caer en sus tentáculos. Las formas de resistencia que he utilizado han sido no doblegar mi alma poética, en favor de la mirada solo académica. Reconozco que soy una escritora que se dedica a la academia y la resiste. Soy una "feminista de color", desde hace años, viviendo en Estados Unidos me di cuenta de algo real. Y fue que aunque quisiera colocar en un formulario mi identidad, no había entre las opciones, la que me correspondía. En el año 1995 marcar la casilla de "white hispanic" no me interrogaba. Era la única que existía en el formulario y en ausencia, yo la marcaba como la sujeta que estaba allí, dentro de la vida del formulario. Viviendo esos años en Pittsburgh, que fueron años de gran crecimiento intelectual, no solo académico sino escritural, supe que algo en mí se había transformado. Pude ver de cerca las comunidades donde me insertaba. Esa ciudad es cosmopolita. Tiene barrios que deben haber estado segregados en la primera mitad del siglo, pero que cuando yo llegué allí en la década del 90 ya no lo estaban. Entonces crecí como escritora. Me hice a la academia pittsburguesa por suerte para mí, que estaba más encaminada a dejar de pensarnos universalmente, o como descendientes de europeos. De alguna manera los cursos académicos en la U. de Pitt nos orientaron hacia temas más latinoamericanos, al punto que en el programa de maestría, yo recibí una sola clase de literatura española, por suerte también, la de la generación del 27. Cuando me gradué me fui a trabajar al hoyo del kukushklan. Allí aprendí mucho más sobre la desigualdad y le sentimiento de opresión que mis paisanos originarios de las culturas mayas, vivían en ese momento, habían vivido y hoy siguen viviendo. Pude, viviendo en Alabama, saber hasta dónde se estira el racismo, el clasismo y como intersectado con el género, te pueden excluir aunque estés presente en un espacio prestigioso. Los tres libros que están en la foto son parte de mi biografía ya en un espacio mucho más liberado. No porque no haya exclusión de género, por ejemplo, que es la más fuerte. También a veces siento la de clase social, la económica. La de raza, la de periferia. En fin. Los libros se arman en ese nuevo contexto guatemalteco. El libro sobre Asturias (2017) fue libro peleado con los encargados editoriales, que de lo que menos entendían era de eso. Se trataba de un grupo inquisitorial, al que no le gustaban las mujeres, y yo dirigía el volumen. En el libro hay una igualdad de géneros en las publicaciones. 4 hombres y 4 mujeres. Qué por qué? Porque mi perspectiva crítica tiene un fuerte componente que piensa en la igualdad de condiciones de acuerdo a los géneros. Entre los ocho ensayistas tres son extranjeros, el especialista mayor en Asturias y el compañero mío de Pittsuburgh que se dedicó a la Colección Archivos. Dante Liano y Mario Roberto Morales son guatemaltecos y pertenecen a una misma generación. Entre las mujeres, la más conocida como crítica asturianista es Lucrecia Méndez, luego Anabella, le sigo yo y por último la compañera argentina, también compañera mía de estudios en Pittsburgh. Es un libro realizado a través de complicidades. Y dificultoso para aparecer. El segundo libro es un proyecto en el que me embarqué junto a Consuelo Meza Márquez y con las compañeras de Chile y Venezuela, sobre ensayistas latinoamericanas. Pasaron cinco años para que el proyecto se hiciera realidad, y salió en 2018. Menos sufrido que el otro, porque yo no lo coordinaba. El tercero es mi hijo personal. Salió porque tengo alguien que cree en mí en esta universidad. Se trata de reflexiones que vienen de ese feminismo de color en el cual yo me reconozco. Porque tengo la conciencia clara que las mujeres escritoras -sobre todo desde las periferias y las de color-- necesitan, precisan de mayo atención y salió en 2019. Son tres libros fraguados en cinco años, El destino me los envió. Yo los acepto como hijos pródigos que vienen engrosar la lista de libros que he podido hacer. Y que de alguna forma cuentan mi vida, mis ilusiones y todas mis desgracias.

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