CARTA A LOS PADRES QUE ESTÁN MURIENDO
En el segundo libro de Ana María Rodas, Cuatro esquinas del juego de una muñeca (1975,
se incluye un texto titulado "Carta a los padres que están muriendo" (Cuatro esquinas, 9) en donde aparece un discurso, que aparenta asumir el tono de una hija que le habla a los padres. Es obvio que literariamente se escribe en prosa, como cualquier carta que se respete. De forma conversacional y cotidiana, Rodas induce a los y las lectoras a leer entre líneas la forma de una carta de despedida, a la manera de las cartas de amor, de las cartas de liberación, luego de un largo y sufrido proceso de sometimiento, tanto mental como físico. La forma de desplazamiento de esta carta, es que no es solo un padre, se trata de todos los padres que norman, dirigen y ejercen presión y represión a quiénes en el imaginario patriarcal, resultan seres mucho más vulnerabilizados y dominados por un ente, un enorme poder, donde están todos los padres del sistema patriarcal, dictando sin descanso sus leyes, sus reglas y normas a todas las mujeres. Es obvio que la voz los colectiviza, y que en su voz se resume una voz múltiple, casi polifónica. Lo interesante de la carta es que genéricamente se convierte en texto poético. Y desde allí se les emplaza. Se trata de un escrito que también se hibridiza con el género epistolar, en cuanto a la solemnidad y al tono paciente y educado de la voz que se libera y se despide, con una buena cuota de sarcasmo e ironía.
se incluye un texto titulado "Carta a los padres que están muriendo" (Cuatro esquinas, 9) en donde aparece un discurso, que aparenta asumir el tono de una hija que le habla a los padres. Es obvio que literariamente se escribe en prosa, como cualquier carta que se respete. De forma conversacional y cotidiana, Rodas induce a los y las lectoras a leer entre líneas la forma de una carta de despedida, a la manera de las cartas de amor, de las cartas de liberación, luego de un largo y sufrido proceso de sometimiento, tanto mental como físico. La forma de desplazamiento de esta carta, es que no es solo un padre, se trata de todos los padres que norman, dirigen y ejercen presión y represión a quiénes en el imaginario patriarcal, resultan seres mucho más vulnerabilizados y dominados por un ente, un enorme poder, donde están todos los padres del sistema patriarcal, dictando sin descanso sus leyes, sus reglas y normas a todas las mujeres. Es obvio que la voz los colectiviza, y que en su voz se resume una voz múltiple, casi polifónica. Lo interesante de la carta es que genéricamente se convierte en texto poético. Y desde allí se les emplaza. Se trata de un escrito que también se hibridiza con el género epistolar, en cuanto a la solemnidad y al tono paciente y educado de la voz que se libera y se despide, con una buena cuota de sarcasmo e ironía.
La apropiación de la voz colectiva de las mujeres de distintos lugares, está intrínsecamente en esa voz. La de las sometidas al poder a veces real, con su dosis de violencia doméstica o social; la de otras, más imaginario, ejerciendo presión, sin necesidad de violencias física o mental, incluso acomodados en el espacio público y/o laboral. Ejecutando reglas, leyes y normas absurdas y sesgadas, en los espacios más educados, desde posicionamientos económicos, que obligan a las mujeres a quedarse calladas, a no reclamar derechos, a someterse o a largarse en el mejor de los casos, ante los embates desde distintos espacios del poder, ejercido desde épocas muy remotas hasta la actualidad.
"Carta a los padres que están muriendo", es el manifiesto del feminismo literario guatemalteco, quizás ladino o mestizo, aunque no se explica en el discurso a cabalidad. Porque la voz sí se sitúa desde un lugar de conocimiento, donde ha sido relegado a los faldones de aquellos padres, que le dicen ahora sí, sobre el lenguaje, sobre la escritura, sobre los temas, sobre lo que se puede y no se puede hacer en la escritura creativa. Donde le rezan la forma en que debe dirigirse al público lector. La voz lírica, femenina hace un encomio de los errores de aquellos, sus deformaciones, su presencia nociva en la vida de esa voz que enuncia. La carta es de despedida, como muchas cartas de amor, como muchas misivas donde se les leen sus defectos a los hechores, para luego definitivamente abrir la puerta, para largarse.
Considerar esta carta como el manifiesto del feminismo, no es tanto una estulticia, creemos desde los distintos espacios de los feminismos, que la "Carta" de Rodas, muy bien se pudiera leer como el primer escrito de liberación de un yugo, que mantiene todavía a los mujeres del siglo XX, debajo de los famosos faldones de los varones, que tenían y todavía tienen el poder de decidir desde espacios culturales de poder económico, sobre lo que las mujeres pueden o no escribir, decir, pintar, performativizar, incluso hasta enseñar, etc.

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