sábado, 12 de septiembre de 2020

COMO UNA PRUEBA DE LA EXISTENCIA EN ESTE MUNDO

(c.rippey, imagen)

 Le pregunté a una amiga por qué hacían esas listas de escritoras en las redes sociales del facebook. Mi falta de atención sobre ese tipo de cosas, me hacía no haberme dado cuenta, lo que había suscitado que se hicieran de nuevo largas listas de escritoras de mi país, para volver a darnos existencia.

Hacer listados de escritoras ha sido una labor que venimos estudiando y haciendo algunas escritoras aparecidas en la década del ochenta, a raíz de la poca oportunidad que tuvimos de publicar en distintos medios nuestros escritos. Publicar un libro en ese momento, no es como hoy. No había posibilidad, sino de hacer un libro artesanal, que en el fondo, dentro de un contexto de guerra, no se nos ocurrió como una solución. Además íbamos escribiendo nuestros textos a mano. En algunos casos se perdieron en servilletas utilizadas en cafeterías de la USAC, que luego fueron a parar a los botes de basura. 

Yo solía hacer grafiti en los baños. Con otras compañeras hicimos pintas en los baños de cafeterías, restaurantes, pasajes, escribiendo textos nuestros, que al rato eran cubiertos por capas de pintura, evidenciando que vivíamos un tiempo efímero. Lo hicimos principalmente en las aulas de la USAC, no quedaron vestigios de esas "acciones poéticas", que le llaman ahora, los entendidos en festivales. Buscábamos la publicación sin encontrarla en esa década, en que obviamente otros y otras andaban militando en las filas de la guerrilla. Nuestra labor parecía a todas luces nihilista, no estábamos allá en la montaña, ni tampoco estudiábamos en la Landívar, que era el lugar opuesto ideológicamente a la USAC, al menos en ese momento.

Me he recordado de los esfuerzos por publicar en algún medio que nos diera existencia, al inicio de nuestras carreras literarias. No existía en ese entonces, la buena cantidad de pequeñas editoriales independientes que existen ahora. Ni tampoco existían al inicio de la del noventa. Ese año por cuestiones coyunturales, tuve mi primera oportunidad, después de haber estado un año en un taller de escritura creativa. Al inicio éramos cuatro, luego se agrandó y estuve junto a otros escritores de USAC más jóvenes que yo. Entre ellos Juan Carlos Lemus, Johanna Godoy, Rolando Umul, Francisco Méndez, Sergio Morales, Shirley Mazariegos, y quizás otros que a veces aparecían en el taller. El grupo pequeño inició entre octubre de 1988 y 1989, luego con el grupo más grande se extendió de 1989 a 1991. De la primera fase de taller, yo extraje mi primer libro, que se fue recortando, dejando fuera muchos poemas que luego fueron al segundo libro. Lo cierto es que en enero de 1990, Sergio Morales, Violeta Blanco y yo, miembros del taller pequeño, publicamos una plaqueta en una colección, con poetas que ya tenían libros publicados. También apareció por primera vez en la colección, Edgar Gutiérrez. Y junto a nosotros, libros de Rafael Gutiérrez, Luis Eduardo Rivera, Mario Roberto Morales, Antonio Brañas, Héctor Rodas, Méndez Vides y Francisco Nájera, todos escritores con libros publicados. El más desconocido de ellos era Héctor Rodas, originario de Quetzaltenango.

Todo esto viene a colación por lo del listado de hace algunos días. En esa colección éramos dos mujeres. Y la publicación estaba financiada por la Editorial Cultura, que dirigía Juan Fernando Cifuentes, a quién le gustaban mis poemas. No hay duda que hace más de 30 años como hoy, lo que Mónica Albizúrez ha llamado el "patronazgo masculino", era la única vía para que dos mujeres publicaran en esa colección. No había otra opción. Además de las particulares relaciones sentimentales que también entraban en juego, y que no deseo contarles, para despertar un poco la intriga. 

No dudo que muchas mujeres en ese tiempo y hoy, deben entrar a jugar esos u otros papeles para conseguir una publicación. La diferencia que yo puedo testimoniar de ese momento, es que los libros de Violeta y el mío, sí fueron producto de la actividad del taller al que asistíamos. Fue un año de taller, haciendo que los poemas tomaran forma. Que el libro tomara forma. Discutiendo los criterios, analizando nuestros propios textos. Hasta que estuviéramos listas para enfrentar a la ciudad letrada patriarcal, con quien nos íbamos a ver, al salir los libros. No tengo la menor duda que publicar un libro junto a "celebridades masculinas", era doblemente duro en ese momento, que hoy. Y las críticas podían ser mucho más viscerales, dependiendo de la suerte que tuviéramos en la lectura que los miembros de la ciudad letrada nos iban a hacer, para reconocer o no la poesía en nuestros libros. Los de los hombres estaban bien, las que íbamos al tribunal de la inquisición, éramos nosotras. Y sí, nos criticaron duro. Nos quisieron borrar en distintos y variados momentos del corpus de autores-as del país. No lo dudo. En mi caso, que es del que puedo dar fe a la distancia, no se logró, porque tengo una exacerbada pulsión de escritura. 

Al encontrar mi nombre en los listados, escritos por unas y otras escritoras y ensayistas guatemaltecas que se han dado a la tarea de reaccionar frente a una publicidad de feria de libro nacional, aparecida recientemente en redes sociales, me hizo recordar y traer a la historia de la literatura de mujeres, mi propia experiencia, y quizás por eso, entender desde mi, la desatención a este tipo de acciones del mercado del libro en Guatemala, que suele tener ese perfil de exclusión. 

La tarea que como escritora y estudiosa de la literatura guatemalteca he realizado, junto a otras colegas ha sido la de trabajar más mujeres que hombres, a lo largo de por lo menos tres décadas. He publicado y difundido la literatura de mujeres de mi país, aún, cuando yo misma no he sido incluida por ellas en antologías y estudios especializados en los temas que yo abordo como escritora. Entiendo que hay factores externos e internos que provocan esa exclusión. Por eso siempre recomiendo a los alumnos de tesis que desean hacer tesis de corte literario, trabajar Guatemala y trabajar mujeres principalmente, y si no estamos en ese contexto, promover igualdad en el tratamiento de mujeres y hombres. Porque allí sí que añadimos historia, hacemos una historiografía más justa y rehacemos el mal, que una perspectiva demasiado patriarcal, dentro del campo de los estudios literarios, le ha hecho a un país como el de nosotros-as, al invisibilizar la escritura de mujeres ladinas y mayas. 

Hacer listados no es una tarea inútil. Agradezco a quiénes se han ocupado estos días de hacerlas. Es necesario poner por escrito, los nombres, las obras, los alcances, dar opinión, no solo por ser mujeres, también valorando la escritura, buscando en esas obras, aportes al mundo de hoy. A su crueldad, a su bondad, a sus aciertos y desaciertos. 

Ser escritoras de un país tan tradicionalmente patriarcal, es terrible. Sin embargo, el que estemos aquí, hoy escribiendo, pensando, imaginando otros mundos diversos y posibles, es una prueba concreta de nuestra existencia, y de nuestro paso por este mundo tan desigual. Algunas de las obras escritas y publicadas por nosotras, en distintos momentos, son el único testimonio de nuestro paso por este mundo y como decía Balsells, "son las que harán florecer nuestros sepulcros".


No hay comentarios:

Publicar un comentario

ANALIZAR Y PENETRAR EN  LA LITERATURA GUATEMALTECA He escuchado hoy varias ponencias en el Congreso de Filosofía de la Universidad Rafael ...