jueves, 10 de agosto de 2023



POEMAS DE LA IZQUIERDA ERÓTICA: MEDIO SIGLO DE VIDA REVOLTOSA

El primer libro de Ana María Rodas, Poemas de la izquierda erótica fue publicado hace cincuenta años, más específicamente en 1973. Haber publicado su primer libro como una edición de autora, sin un respaldo editorial, fue en cierta forma un acierto. Porque de todos modos ninguna editorial de ese momento, posiblemente, se hubiera interesado en los temas que sobre la sexualidad, el erotismo, las relaciones disparejas de pareja, la crítica en asuntos de género, que hoy están tan en boga, trata el primer volumen de poemas de Rodas.

Las ediciones sobre este libro han sido escasas. A los 25 años de vida, Gurch una editorial creada por Méndez Vides y María Elena Schlesinger, reeditaron Poemas de la izquierda erótica, si no me equivoco era el año 1998. Años después yo escribiría y publicaría un trabajo pionero sobre el libro, al que titulé:  "Feminismo y subversión en los setenta en Guatemala. Poemas de la izquierda erótica de Ana María Rodas, historia de un libro". Destiempos, no. 19, 2009.  Trabajo que había escrito después de 1998, cuando ya Gurch había publicado la segunda edición del libro de Rodas, celebrando sus 25 años de vida, y que finalmente aceptarían en Destiempos, unos años después.

En 2004, Editorial Piedra Santa publicaría con el título de Poemas de la izquierda erótica, una edición que incluía como trilogía, los primeros tres libros de Rodas (Poemas de la izquierda erótica (1973), Cuatro esquinas del juego de una muñeca (1975) y El fin de los mitos y los sueños (1984)). En ese momento finalmente, se honraba la obra de Ana María Rodas con una edición que aglutinaba en un solo libro, los tres primeros libros de una autora que había que tenido que sufragar sus dos primeras ediciones ella misma, para poder hacer circular su incipiente pensamiento feminista.

Estamos en el año 2023 y una editorial nueva, dirigida por Pablo Sigüenza decide publicar una edición conmemorativa de los 50 años, del mismo libro que ha dado tanto de qué hablar. La edición de Parutz es interesante, tiene en la portada una foto de la autora tomada por Mauro Calanchina en los años 70. El fotógrafo que tanto capturó la atmósfera político-cultural de ese periodo, y que hizo una serie amplia de la figura de Rodas, porque seguramente se dio cuenta del impacto que su figura y su obra adquiriría al paso de los años. Esta edición incluye en la parte posterior un breve ensayo mío, que tiene una historia, que no les cuento en este escrito. 

Lo cierto es que el contenido de los poemas del primer libro de Rodas tiene la suerte de desatar todavía algunos escozores, principalmente porque sigue manteniendo vigente un lenguaje que se deja leer por un público cada vez más popular, y por los nuevos sujetos digitales, que prefieren un lenguaje coloquial, comprensible y directo, como el que maneja el libro. Esa fue siempre una de sus bondades. En un inicio se identificó el lenguaje del libro como una apropiación del lenguaje masculino, lo cual era cierto. Porque la poesía de mujeres en los años 70 no estilaba llamarle a las partes del cuerpo en contextos amorosos, por su propio nombre. Se utilizaban muchísimas metáforas y figuras literarias, para sustituir el uso de nombrar a las partes del cuerpo de hombres y mujeres, por su nombre científico. No digamos al ejercicio dinámico de hacer el amor con el sujeto del canto.

Además el libro que trata temas de género de manera abierta y emplazante, sigue diciéndole a la gente lectora de hoy, que se discute dentro de esta actitud algo a lo que se tiene derecho, y por lo que se ha luchado desde la década del 70 hasta el día de hoy. O sea el libro dialoga a nivel de temas de género con nuevas y antiguas generaciones. Con colectivos de edades distintas, que logran comprender los alcances de la poesía desacralizante de Rodas.

Escuchando los comentarios ese día en que se presentó la edición de Parutz, según dijeron, solamente había dos personas que habían estado cincuenta años atrás en la presentación del libro, la autora y su amigo Enrique Noriega, que la acompañara ese julio de 1973, cuando según dicen, cayó una lluvia torrencial.

La edición de 1973 fue diseñada por Ramírez Amaya. Posee el toque que el pintor guatemalteco ha impreso en diversas obras de la generación del 70 a la que Rodas perteneció. Son icónicas las manos que aparecen en la portada, que es roja como la sangre. La segunda edición de Gurch, estuvo cuidada por Méndez Vides, que incluyó en la portada una foto de una mujer muy misteriosa en penumbra, con un antifaz, que nos hablaba de un pasado difuso y alternativo en el cual los poemas de Rodas nacieron. La edición de Piedrasanta que es una compilación de los tres libros, luce dibujos relacionados de manera muy tangencial, con los de Ramírez Amaya en la portada, como reminiscencias del pasado. En tanto la de Parutz presenta a la autora como la capturara Calanchina esa década del 70, en una Guatemala que se debatía en una de las olas de enfrentamiento entre guerrilla y ejército, que es efectivamente el contexto histórico de la escritura de este primer libro del 73.

El día de la presentación del tercer libro, le volvieron a preguntar a la autora sobre su compromiso político. Ella como lo ha hecho en diversas ocasiones evadió la pregunta. En ese momento pensé que la gente pregunta o tiene dudas, sobre si el libro como su nombre lo indica es el resultado de la visión de una mujer de izquierda guatemalteca. Y si leyeran más detenidamente los poemas podrían comprender más que se trata de una autora, una mujer que en su momento circulaba en medio de los grupos culturales y literarios comprometidos con el proyecto político de las izquierdas. Hoy eso no existe más. 

Si leen cuidadosamente verán poemas donde la persona que está escribiendo tiene un pensamiento emancipador. Hace propuestas sobre las relaciones amorosas, donde todavía privan las mitologías patriarcalistas, induce a desprenderse a "botar el rosa", y dejar "el jardín que apesta a muerte". Sugiere entre versos que se trata de una mujer que posicionada desde una izquierda literaria, asume su papel liberador de pensar y decir lo que piensa, de escribirlo sin que haya censura. 

Hay un momento en Poemas que la sujeta lírica tiene una epifanía, y se da cuenta, que su posicionamiento sí está a la izquierda, porque plantea la liberación y la emancipación de la mujer para pensar por sí misma, sin embargo entiende que lo está haciendo solo desde una erótica de la escritura, y que esa izquierda recalcitrante, no le va a dejar otra opción. Y por eso dice en los poemas de manera conclusiva que "esta algo así/como a la izquierda erótica".

Es indiscutible que en su sabiduría poética, la persona que canta sabe que sí, que está planteando una manera de vivir más libre en todo sentido para las mujeres, y que esa manera de decirlo sí viene de la propuesta de la izquierda donde ella se posiciona. Pero que hay una enorme distancia entre este pensamiento emancipador de género y las prácticas excesivamente patriarcales que advierte en sus compañeros de ruta, tanto amorosa como política.

De esa cuenta que en su segundo libro, Cuatro esquinas del juego de una muñeca, escribe en forma de carta el primer manifiesto de emancipación total de sus congéneres masculinos, y le titula: "Carta a los padres que están muriendo". En esa carta les dice del cansancio que tiene, porque está harta de seguir escondida debajo de sus faldones. De tener que seguir sus recetas hasta para escribir. Y es que Rodas utiliza la poesía para indagar sobre la conducta humana, y nos permite auscultar un tiempo, que posiblemente no podemos entender tanto, sin haberlo vivido, en el cual las mujeres jóvenes y/o maduras se emancipan y deciden vivir bajo otras reglas. Ellas se encuentran en un periodo histórico donde la muerte rondaba el país. Saben de la muerte y de la vida. Fueron testigas de fuertes olas de violencia, en donde algunas de ellas perecieron. Otras son sobrevivientes. 

Poemas de la izquierda erótica es la historia de un colectivo que en medio del fragor de la guerra, utilizó la fractura para emanciparse sexual y mentalmente. Y sí algunas lo hicieron desde las trincheras, otras desde la soledad de sus casas. Pero todas sufrieron la metamorfosis, tuvieron la epifanía de la emancipación y la liberación de una tiranía que les venía en la mayoría de casos desde los núcleos familiares o desde los espacios íntimos, en donde el sistema patriarcal tenía todo el control.

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