miércoles, 26 de junio de 2019

EN EL TALLER DEL MAESTRO ANTONIO PICHILLÁ

Llegamos en un viaje algo largo, desde la capital de Guatemala, hasta San Pedro la Laguna, para conocer el Centro de Investigación Científica que maneja el Dr. Domingo Yojcom. Era un viernes. Íbamos en un busito, un poco apretados, los 12 estudiantes del curso de Literatura y cultura popular, su coordinador y yo. Desde que entramos al lugar, sabíamos que nos deparaban sorpresas que luego pudimos comprender mejor. En el CIC la información fue sorprendente. Conocer a alguien como el Dr. Yojcom fue impresionante. La manera en que podía decirnos sobre cuestiones intensas y complejas, con una facilidad sorprendente y en un tiempo comprimido. Luego escuchamos una lectura breve y una conversación con Pedro Chavajay que muy amablemente llegó para que lo conocieran los estudiantes que habían ya leído un libro de él. Y la última fase fue ir al Taller de Arte de Antonio Pichillá. Nosotros ya habíamos visto cuadros e imágenes de Antonio. Pero la sencillez con la cual él nos fue dando un tour por su obra fue asombroso, para todos y para mí, que era la única mujer del grupo. Ese día aprendimos de forma condensada a comprender varios mundos con los cuales nos habíamos cruzado pero donde nunca habíamos entrado. La obra de Pichillá fue algo que no hemos olvidado, y que nos ha marcado a cada uno, a lo largo de estos meses, de distintas y variadas formas. La idea del nudo, relacionado con la filosofía, con la vida, con la muerte, fue algo central. La forma en que estamos formados de nudos internos y externos. La forma en que complejamente nos relacionamos con nosotros mismos y con los demás. Eso estuvo en la mirada que dimos a su obra, y la humildad y facilidad de comunicación de Antonio nos ha dejado pensando. Que es lo que la obra de arte debería siempre hacer. Ir a San Pedro fue una revelación, y también nos orientó el proyecto final. Comprender la cultura otra, a través del arte, la literatura y el desarrollo de un pensamiento excéntrico hoy todavía para nosotros, abrió algunas fisuras, desde donde se pueden seguir colando otras reflexiones interesantes y que quizás nos enseñen más que cualquier manual de filosofía.
UN DÍA EN LA FLEX CON ANABELLA ACEVEDO

Encontré esta foto en una viejita computadora que ya no uso. Fue un día especial. Contar con la amistad de Anabella Acevedo que procede de 1994. Cuando nos conocimos antes de que yo partiera para Estados Unidos a buscar una vida académica que me hiciera crecer intelectualmente.
Hacer proyectos con Anabella siempre ha sido interesante. Hay muchas complicidades. Ya no hay que hablar mucho para quedar en qué se va a hacer. Y a pesar de que contamos con amistades diversas, variadas, y heterogéneas, cuando ella y yo nos vemos, podemos estar o no de acuerdo, pero eso no causa separación total. A veces algunos distanciamientos, que nunca rompieron nuestra amistad. Quiero pensar hoy que esa amistad es duradera. Que no se va a romper. De hecho cuando ella me invitó para esta oportunidad, para cerrar con una conferencia la Flex que ella había organizado, me pidió tratar el tema de la poesía joven guatemalteca. Al final decidí hacerlo con un trabajo como de 6 páginas, para leer allí, ese fue el engendro del ensayo que después ganara en Xela los Juegos Florales. Creció de 6 a 60 páginas que era lo que solicitaba el concurso. Fue interesante que de una idea engendradora, creciera un trabajo que se convirtió en un capítulo de un libro que pronto publicaré. Lo que todo esto quiere decir, es que cuando las amistades son fuertes no se rompen. Cuando tenés imaginación hay creación y cuando tenés el aire para escribir, pensar, analizar y lucubrar sobre temas, la crítica emerge desde espacios excéntricos. Porque ese trabajo nació de una idea singular, creció tanto que se convirtió en ese ensayo con el que me premiaron el género del ensayo en 2013. Y yo le quedé agradecida a Anabella por todo. Por las veces que nos ha recibido en las distintas casas donde ha vivido, como que yo fuera de su familia. Ha escrito varias veces sobre mis libros. Me ha presentado en lugares donde he adquirido fama local al menos. Ha recibido en su casa también a amigos míos, que ha hecho suyos. En fin. Espero que esta hermandad no se acabe sino hasta que yo definitivamente salte al cenote y encuentre a mi dios, pero eso sí con una copa de vino blanco (no me gusta el vino tinto) y si puedo tomar un "papa noir", como se llama el vino de Toulouse, pues mejor.
EL MUNDO ES TODO LO QUE ACAECE
(Aida Toledo. México: Universidad de Aguascalientes, 2018)

Todo lo que acontece, la sucesión de hechos que se producen en determinado tiempo y lugar, deviene en la realidad, mediante la cual nos vinculamos con el mundo en que vivimos. El mundo es todo lo que acontece, es el título de mi libro de cuentos, tomado de una frase del Tractatus de Wittgenstein. La misma idea inserta en El sueño creador de María Zambrano. Quizás vista por mí, alguna vez en la poesía de Parra. Así es el mundo de las ideas. Da vueltas, gira, se concentra en algo que vivimos, que se sucede y cae en un tiempos que no imaginamos. Ahora que lo pienso, el título del libro quizás se refiera, a cómo este mundo acontecido en hechos que devienen en un tiempo y lugar, hacen mi vida y la de mis personajes. Y mis personajes viven aquellos hechos como yo los he vivido, los he visto, he sido testiga, o los he imaginado. El mundo acontece en mí, se inventa en mi imaginación creadora, sucediéndose en tiempos continuos y discontinuos. A saber.

domingo, 23 de junio de 2019

DESMATERNIDADES  REFLEXIONES FEMINISTAS A PROPÓSITO DE LAS PIEZAS DE MONICA MAYER

No hace falta que lo digan, pero el concepto de la maternidad ha cambiado desde hace varias décadas en un país que como Guatemala, estuvo en una larga guerra, donde las mujeres participaron militando, en los distintos ejércitos, en la clandestinidad, y por supuesto y como siempre nos ha sucedido, hubo que trabajar casi siempre para la manutención diaria de la marimba de hijos que fueron/fuimos teniendo (esto sí es una metáfora, porque solo tengo una hija). Muchas tuvieron que dejar de estudiar, que era algo que todavía estaban haciendo, dado que en un país que camina para atrás, cuesta terminar una carrera universitaria, si acaso una la ha empezado.
Este tema se me ocurrió ahorita, porque me recordé de que por mucho tiempo me pasé sin hijos/hijas, ahora hasta me sobran los postizos y postizas. En su defecto amé hasta el fondo a mis dos sobrinos, un par de gemelos que mi hermana mayor tuvo, hombre y mujer. Los amé como solo puede amar una no-madre. Así después amé a mi propia hija con gran pasión, entrega y sacrificio. Fui lo que se llama una madre entregada a la vida de mi hija. Y todavía por ahí ando terminando mi labor, sin mucho éxito. La maternidad en Guatemala no es fácil como posiblemente no lo es en ningún lugar del mundo. Lo que sucede es que en algunos países una puede resolver lo de la cuidada diaria de la/el pequeño, sin tanto dolor. El crecimiento de estos niños no es fácil. Y por eso entiendo que hoy, las mujeres que conozco, bastante jóvenes y altamente inteligentes, no quieran, se nieguen o estén convencidas que tener hijos no era el fin primordial de ellas. La maternidad yo no la viví siendo joven. Digamos que tuve a mi hija después de los 30, cuando ya había vivido lo suficiente, para no pensar que quería seguir de farra cuando iba hacia los 40. A mí me funcionó bien. No fue lo mejor para mi hija, porque su padre resultó tener otras hijas, y eso le provocaba a ella una gran inestabilidad. No digamos a mí, que era la del error de tener una hija con un hombre que ya había tenido varias familias. En ese sentido les decimos desde esta palestra, que lo piensen muy bien. Que se valoren y entren en relaciones más parejas. Donde no hayan tantos compromisos. Que se lo piensen. Y aunque nadie me esté pidiendo mi opinión, aquí desde este blog quisiera que muchas no cometieran el error de dejar de estudiar, por dedicarse a poblar este mundo con hijos que no podrán cuidar, y sin suficientes recursos económicos, que los hijos/hijas siempre recordarán. En familias muy numerosas, la desigualdad de trato es fea. Yo siempre recuerdo la propia, y sé porque tempranamente me di cuenta de todo, que mi vida no iba a ser fácil y no lo fue. Por eso, la falta de ganas de ir por el mundo teniendo hijos con varios. No lo hice. Al menos eso sí hice bien. Le di a mi hija lo único que le podía dar bien, cuidarla y mantenerla sin privaciones. Aunque tuviera que compartir a su padre con las otras hermanas. Las piezas de Mónica Mayer me traen este tipo de reflexiones. Porque sus piezas hoy piezas del museo de la mujer desde la década del 70 en México, me parece que siguen teniendo vigencia, porque por eso el arte feminista tiene sentido todavía para muchas, porque las cosas han ido cambiando, pero así como el racismo no ha terminado ni se ha eliminado, así también el sexismo sigue vigente, y desde nuestros equivocados conceptos de liberación, creemos practicar el feminismo, de manera un tanto tergiversada, porque hemos introyectado las nuevas y recientes estrategias patriarcales con las cuales estos grupos que a veces nos oprimen, se renuevan, para seguir manteniendo el control. Veo y sigo viendo en la obra de Mayer, que su propuesta está en una práctica de la libertad de acción, pero también siguen vigentes los temas de la maternidad, de la desigualdad de roles, de la falta de oportunidad de las mujeres para terminar carreras, y profesionalizarse. Ver arte feminista ayuda por lo menos a reflexionar a propósito de observar con ojo crítico, que las cosas no han cambiado tanto para las mujeres desde la década del 70 cuando Mayer está proponiendo las piezas reflexivas de verdadero carácter feminista. Claro que el mundo ha cambiado. Principalmente el tiempo ya no es el mismo. Parecemos estar en ese tiempo de la ficción. Y por eso debemos volver a mirar aquello que ya no miramos. Hay que ver y analizar con ojo crítico nuestras propias vidas, aunque pensemos (como yo lo pienso) que ya no tengo tanto que vivir. No estoy siendo pesimista. Al escribir esto, al revisar estos días la obra de Mayer me he dado cuenta, que las cosas no han cambiado tanto. Que si no nos ponemos vivas y reaccionamos corremos el mismo riesgo que nuestra generación de seguir en el círculo vicioso de las nuevas estrategias patriarcales, para manejar nuestras vidas. Si les puedo ser sincera, ser independiente totalmente al menos me ha servido para no sentir tanta opresión. Puedo escribir lo que quiera, puedo ser libre cuando escribo. En esta etapa de mi vida, si estuviera encarcelada en funciones domésticas desfasadas, seguro me largaba del lugar. Pero también hay que pensar en las otras opresiones y volver a ser cautas y no olvidar que ese sistema que nos ha regido la vida, hasta de cuántos, cuándo y dónde y con quién podemos tener hijos, está allí de nuevo, para decirnos cómo manejar nuestro cuerpo, que fue una de las luchas de las feministas como Mayer en la década del 70.

viernes, 21 de junio de 2019


DA MIEDO LO DE LAS ESTATUAS
Da temor caer en el abismo
Siento vértigo en todas las orillas
Estoy en ese punto
En donde mi vida
Se desliza hacia los vértices
Parada frente al precipicio
De todas mis pasiones
De todo
Lo que ya no es
De lo perdido
De lo extraviado
De lo olvidado
De lo borrado
Digo que lo de las estatuas
Da pavor
Da pavor verse
Tan blanca
Tan erguida
Tan sensual
Tan desnuda
En medio de una plaza
Da verdaderamente
Miedo
Hacerse sal
Convertirse en piedra
Sería menos duro
Volverse aire
Viento
Ceniza
Y caer
Diluida
Esparcida
Olvidada
(m.díaz. Territorio invisible. Imagen)

ANALIZAR Y PENETRAR EN  LA LITERATURA GUATEMALTECA He escuchado hoy varias ponencias en el Congreso de Filosofía de la Universidad Rafael ...