martes, 20 de agosto de 2019


El regreso de rebeldes recorridos y una vuelta más: La saga de N de Enrique Noriega
(Guatemala: Ediciones del Cadejo, 2006, 80 páginas contando contratapa)

Guillermina Walas. Universidad de Eastern Washington
                                                                                               
Conocido en el ámbito poético de Guatemala y del mundo por su irreverente humor y su sagacidad poética, Enrique (Kike) Noriega confirma una vez más su posición de vanguardia con este volumen, La saga de N. Marinero en tierra. Naufragios del yo, donde enmascarándose bajo su traje de “N”, el yo poético retoma el camino de la parodia de los grandes consagrados (Quevedo, Antonio Machado, la evidente referencia a Rafael Alberti, entre muchos otros que trascienden las fronteras del español) y se ríe de sí mismo tanto como de aquellos que pasaron con gloria a la historia. Pero sobre todo se trata de una risa auto referencial, una auto-ironía  hacia lo que se es, se fue o se podría haber sido. En segundo lugar, la presencia de lo conversacional y la incorporación de referencias a la cultura popular, lo acercan además a la línea de los chilenos Nicanor Parra y Enrique Lihn. Más allá de las influencias y paródicos préstamos, esta saga del itinerante N es, sin lugar a dudas, muy original.
En principio el libro se ordena (o desordena, siguiendo el juego del poeta) en un formato clínico, en una biografía de enfermo que tras pasar por una “antesala” y tres “quirófanos” de memorias, es incinerado, exhumado y finalmente ofrece un pasaje por un “osario” (el índice poético), un exordio o colofón y, en la contratapa, un poema de juego autobiográfico que revela a N como “Kike gavilán/mapache/cadejo”. Se confirma así que, por sobre todo, el recorrido es una revisión burlonamente existencial.
Ya en la “Antesala” el yo lírico, marcadamente masculino en su perspectiva, se pregunta si habrá sido un ganador o un perdedor. Sin decisiva respuesta, decide entonces pasar al terreno de la memoria, pero no desde un formal escritorio de literato consagrado, ni desde el espacio bohemio del café, ni tan siquiera desde el sillón psicoanalítico: su espacio son tres quirófanos en donde cabe al lector observar porqué, cómo y qué es lo que atraviesa el quizás doloroso – ¿o más bien doloso? – proceder quirúrgico. Estos flashes o destellos de la memoria – que es en definitiva la que atraviesa la inescrupulosa cirugía,  expuesta a todo el que quiera leer bien –, revisten el carácter de interpretaciones de la norma social, de lo pautado y aún de lo que sociedad e historia han vuelto estereotipo, para preguntar si acaso la memoria no será puro sueño o, a la manera de Calderón, si no será la misma vida sólo un sueño absurdo: amar es un sueño erótico, atravesar la aduana una pesadilla, entre otras tantas de lo cotidiano, soñamos para creer, y así va la memoria.
De esta manera, el yo poético de los “quirófanos” puede ser que esté dormido en un estado de anestesia, y así recuerde en sueños y confunda a ambos (sueño y memoria), o puede ser también que plantee que eso es precisamente el existir en nuestra locura contemporánea, donde subsistimos anestesiando angustias con adicciones de todo tipo (aún la rutina puede ser un anestésico adictivo).  Surrealismo que se continúa en la corta “Incineración addenda” y en un completo “Bono Exhumación” de once poemas (con epitafio y todo), el credo de  N en su deambular sonámbulo revela, paradójicamente, una tan lúcida visión de la realidad que hasta nos encandila. Sin duda, como se enuncia al final del objeto textual, en su contratapa, he aquí, para nosotros lectores (o “polillas de la lectura”), un buen “bocadito”.
Finalmente, de esta saga en verso libre y con juego caligráfico se desprende también una moraleja: toda gloria se hace generalmente de días de desasosiego, de fisuras y marginalidades que encarar, de noches mal dormidas y de una rutina que suele no tener nada de glamour y así y todo vale la pena atreverse a sobrellevar, transgrediendo cuándo y cómo se pueda para vivir a pleno el acto de escribir y, más importante, de existir creativamente.

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