SOBRE UNA INTUICIÓN CUASI ACADÉMICA: RODAS, NORIEGA, NÁJERA Y RIVERA
(Maríadela Díaz, imagen)
En 1992 escribí un primer texto que hablaba sobre algunos de los poetas guatemaltecos, que iban desarrollando una obra desde las décadas del 70 y 80. Fue la primera vez que fui a un congreso a presentar una ponencia, y sucedió en Chiapas, en Tapachula. Por primera vez en mi vida, me sentaba en una mesa a leer un trabajo creado por mí, en un esfuerzo analítico. Por esa época yo era profesora auxiliar del departamento de letras de la USAC, en Humanidades. Ya me había graduado de licenciada en letras con una tesis sobre Ricardo Estrada, o sea sí había yo escrito un trabajo largo sobre análisis literario. 12 cuentos de Estrada en sus dos libros de cuentos para adultos. Yo no estaba invitada. Suplí a una amiga que me ha demostrado su amistad en diversas y variadas formas a lo largo de todo este tiempo. Esa fue una de ellas, decirle al agregado cultural de México, que yo iría en lugar de ella. El agregado por supuesto aceptó y de esa forma inicié una carrera académica, con la cual no había soñado. Yo en el fondo era una escritora incipiente. Venía escribiendo textos narrativos desde la década del 70, luego en el 80 desarrollé hacia la poesía, sin nunca publicar nada. No era el tiempo digamos así. Finalmente ese año me fui a Tapachula. Y como una premonición allí en ese lugar conocí a Elva Macías, la poeta chiapaneca, a quién he seguido tratando, y a quien admiro poéticamente hablando. Total que ese año Ana María Rodas era una de las poetas sobre la que yo hablaba, en ese ya olvidado año de 1992. La había conocido personalmente hasta en 1989, y en 1990 ella había leído mi primer libro en borrador y había decidido hacerle la presentación, que toda esa colección llevó antes de la selección de poemas. Una pequeña presentación de algún poeta, que estuviera colaborando con el proyecto. Ese proyecto se llamó Poesía guatemalteca siglo XX. Incluía 11 poetas. Y cada librito llevaba una intro al inicio. La de mi primer libro fue escrita por Rodas. Luego en 1992, habiendo leído más a fondo a Ana María, al menos tres de sus libros, me di cuenta que estaba ante el fenómeno que hoy está comprobado es Ana María como poeta. Y por supuesto fue la primera vez que yo me atreví a abordar la poesía de varios poetas, que era poco comentada en ese entonces. Por alguna razón que una no se sabe, y a la que María Zambrano le llama, intuición especial, con la cual una está dotada para la creación, escribí ese primer trabajo sobre los poetas a los que nadie se atrevía a comentar, porque contaban con textos bastante escatológicos para la época, porque se caracterizaban por utilizar nuevos registros poéticos, y porque abordaban temas escabrosos. Así entré al mundo de la academia, enfrentándola con temas tabú. De hecho en mi tesis de grado sobre Estrada, yo me había atrevido a comentar muy tibiamente que notaba un tratamiento homoerótico en algunos cuentos de Estrada, por lo que casi soy sancionada y tratada como loca, en ese tiempo. De hecho una de las personas de mi comité de tesis me dijo que se saldría si yo continuaba incluyendo esos comentarios. En realidad lo que en aquel entonces considerábamos crítica literaria, también estaba en caos, se estaban dando cambios, pero no lográbamos asimilarlos todavía. Yo lo hice esa misma década, cuando salí para ir a estudiar una maestría, donde definitivamente me di cuenta que las cosas ya habían cambiado, y que nosotros en Guatemala, continuábamos aplicando criterios muy esencialistas. Era 1992 cuando yo presentaba mi escrito tratando allí por primera vez, los poemas de Ana María Rodas, Francisco Nájera, Luis Eduardo Rivera y Enrique Noriega. No creo haberme equivocado en aquel entonces. Cada uno de ellos desarrolló una obra que no tiene prácticamente error. Cada uno hizo un corpus de obras que hoy los colocan en un espacio del canon nacional, nos gusten o no sus poemas. Poco leídos, sus nombres suenan por distintos lugares del mundo. Van publicando tanto en Guatemala como en el extranjero, asisten a encuentros de poesía internacional, y son representantes de una poesía que se coloca con ellos en el mismo renglón de excelencia que otros poetas latinoamericanos como Raúl Zurita, Marco Antonio Campos o Alejandra Pizarnik. Lo interesante de mi trabajo en ese momento, que ahora estoy recordando, por haber sido fundacional, sobre la poesía de estos autores, es que yo tenía razón. Y que de todos quizás sea Ana María, que con menos libros haya logrado el impacto poético y estético que alcanzó su poesía. Claro tanto Nájera, Noriega y Rivera, tienen lo suyo, y con sus libros entramos al canon latinoamericano, a la par de grandes y reconocidos poetas del mundo. Tanto Noriega como Rodas, recibieron ya el Premio Nacional de Literatura, y no dudo que se lo querrán dar también a Nájera y Rivera. Porque sin duda se trata de autores y autora, que han alcanzado un lugar en el corpus de la poesía centroamericana, ya no digamos latinoamericana, y son comunmente mencionados en otras latitudes del mundo, donde la gente lee más, y no le tiene rechazo a su propia poesía. En fin.

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