viernes, 9 de agosto de 2019





REPIQUE DE CAMPANAS
Hace unos dos años, un colega de la Universidad Landívar, me pidió un libro de cuentos para que fuera traducido al kaqchikel, uno de los idiomas mayas con mayor cantidad de hablantes en Guatemala. Como ladinos-as hemos convivido con personas kaqchikeles casi a diario. Hemos asumido voces y vocablos que proceden de este idioma. Sobre todo los que nacimos y crecimos en la ciudad de Guatemala como yo. Está nuestro idioma tan lleno de marcas del kaqchikel, que a veces no las podemos identificar o diferenciar. Pero sobre todo, de maneras diversas, el idioma maya ha entrado en nuestra cultura ladina, transformándonos, convirtiéndonos en hablantes del español, con fuerte influencia de un idioma en el que muchas personas han hablado y compartido experiencias, en algunos casos en espacios muy íntimos, otras veces en los lugares donde se producía el comercio, como en los mercados o en las calles.
Actualmente el kaqchikel se habla y se escribe, se enseña y se aprende en el idioma materno, sin que tengan que pasar los hablantes, por la fuerte censura de un nacionalismo, cuya ideología, los mantuvo silenciados en su propia lengua materna, principalmente en los espacios públicos, aunque no en los domésticos.
El peso del colonialismo epidémico mantuvo estos idiomas silenciados en los espacios educativos, enseñando en un segundo idioma, sin que los profesores tuvieran experiencia en el idioma maya, de la comunidad en donde se encontraba la escuela o el establecimiento. Ni siquiera habían sido sensibilizados en la cultura otra, se trataba de una enseñanza mandatoria en un idioma que había sido impuesto, para que las comunidades mayas fueran asimiladas a lo nacional, entendido dentro de los parámetros de la homogenización de la cultura y el idioma español.
Muy a pesar de todas estas imposiciones, el idioma español que se iba enseñando, se iba alejando cada vez más del modelo que pensaba el español proveniente de su raíz española. La convivencia entre las culturas, tanto maya como ladina, iba matizando aquel español que se hablaba y con el cual se realizaban operaciones cotidianas. Y aunque las comunidades kaqchikeles cercanas a la ciudad, tenían que aprender a escribir en español, de maneras distintas y variadas, a veces hasta excéntricas, los vocablos kaqchikeles aclimatados al español, iban apareciendo para ser incorporados a la vida diaria de los ladinos, sobre todo cuando las escuelas dejaron de tener una ideología segregacionista, y empezaron a mezclarse en espacios más académicos con los hablantes del idioma maya.
Por eso hoy un libro como Ri nik' ulwachitäj chi ruwach'ulew/El mundo es todo lo que acaece (Universidad de Aguascalientes, 2018) aparece como un libro que contiene los dos idiomas que me han marcado como escritora a lo largo de una carrera no tan larga, que se inicia en la década del 80 y se consolida en el siglo XXI. De una manera provoco mi propio proceso de descolonización, sintiendo un profundo orgullo de ser leída por las comunidades kaqchikeles.
Estoy muy agradecida con Juan Blanco, quién fuera el director del ILI al momento de hacerse la traducción y todo el proceso de edición, realizado por la Editorial de la Universidad de Aguascalientes, universidad donde hice una estancia postdoctoral en el año 2014. Además allí mismo había publicado en co-edición con la Dra. Consuelo Meza Márquez un libro sobre poetas mayas contemporáneas en el año 2015. Y entiendo que la traducción realizada por la maestra intercultural Celia Ajú Patal, fue un esfuerzo por consolidar redes de mujeres tanto mayas como ladinas, en una acción de entendimiento y comprensión de las dos culturas.
Le quedo sumamente agradecida a Martha Esparza que sometió el libro a los dictaminadores ciegos que trabajan para la U. de Aguascalientes en los procesos de validación de los libros que publica la Editorial de la Universidad de Aguascalientes. 
Me doy cuenta que esto de los libros y su historia tiene que ser comentado y escrito, publicado en algunos lugares para dar cuenta de los procesos por los cuales atraviesa la escritura y en este caso, la traducción, de mujeres guatemaltecas, en los esfuerzos de las redes centroamericanas de críticos y críticas, por expandir el conocimiento sobre la historia de la literatura de mujeres de América Central. Creo firmemente que en esto de la publicación de Ri nik' ulwachitäj chi ruwach'ulew , tuvo que ver, la posición de los astros, en distintos momentos del proceso del libro. No tengo palabras suficientes con las cuales agradecer a Juan Blanco su solidaridad con la escritura y traducción de obras de escritoras guatemaltecas, que en este caso representamos, tanto Celia Ajú como yo. Sabemos que Juan Blanco está totalmente sensibilizado con los temas mayas, y que este tipo de proyectos, se logran cuando en puestos con algún poder, se encuentran algunos hombres (que casi siempre están en esas posiciones) que creen en los proyectos mayas y también en los proyectos entre mujeres. Así que este libro viene acompañado de varios padrinos y madrinas, y espero que circule de la mejor manera posible, sobre todo en espacios de educación intercultural. (como decía Regina Schroeder, una amiga mexicana difícil de olvidar al paso de los años, cuando se publican  libros de mujeres, en algún lugar suenan campanas!)

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