EGO CONQUIRO
Viviendo en Alabama aprendí varias cosas importantes en asuntos de la vida. Me encontraba en un lugar todo construido contra mí. Yo era una mujer latinoamericana, centroamericana, que lucía como "mexicana" en el imaginario del sur estadounidense. Además cometía la afrenta de no dedicarme a los oficios domésticos, a cuidar las casas, a trabajar en los bares o a servir en los cafés de mala muerte de aquel sur tan olvidado de dios. Por el contrario contaba con varios títulos académicos ganados en el mismo país que me enfrentaba. Tampoco era la típica latinoamericana que se asimila, tenía mis resistencias. Esas me nacían de la escritura creativa, porque escribir poesía, narrativa, ensayo te empodera de una manera que es difícil de dominarte. El sentido crítico se exacerba. Tenés como una lupa para mirar en grande los pequeños egos con los cuales te enfrentás. El ego conquiro era muy fuerte. Te tenías que batir en duelo con varios egos revoltosos y malignos. Eso afiló mi pluma. Me hizo más epigramática, y me di gusto escribiendo sobre sus debilidades. Por eso ahora para mí es fácil identificar al tal ego, que se enquista en lugares insospechados y en sujetxs a veces no identificables. Es un ego colonial dominante que construye víctimas entre sus iguales. "La racionalidad del ego conquiro genera prácticas que desembocan en la generación de víctimas". Entonces mi lápiz, las teclas de mi computadora sacan filo, echan chispas, porque puedo oler la llegada de las huestes colonizadoras, que se reencarnan y arremeten de nuevo.
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