VERDAD-VERDAD
Decir lo que pensás no tiene el mismo sentido que pensar sobre lo que sentís. La verdad difícilmente es fácil de articular. Tenés siempre el pinche temor de herir a alguien a quién querés, apreciás, valorás. O a vos misma. Lastimarte a propósito diciendo enfáticamente aquello que creés es la verdad-verdad, puede ser una especie de suicidio auto inflingido. La verdad no es una sola, sí es cierto, pero todas las verdades poseen un porcentaje de valor de verdad. No todas las perspectivas sobre un mismo hecho se acercan al valor de verdad que la verdad posee intrínsecamente. Desde donde se mire, no está fácil liar con la verdad de algo. Sea algo personal o no. Algo personal, como las discusiones sobre el dinero, es complejo. ¿Quién tiene la razón en la mano? En ese tipo de discusiones hay que tener gran voluntad de aceptar lo que no te parece como una verdad. Pensar que las verdades también existen a medias, puede ayudar a comprender a quién te lo dice. Y esa otra mitad de verdad que no se toca, se encuentra ubicada en un espacio mediado por los sentimientos. La verdad-verdad, está más cerca del desamor, que del amor. Es más fácil verla si no amás a la persona que la postula. Si lo amás, aun que la veás, no podés señalarla, porque corrés todo el riesgo de perderlo en medio de discusiones que no terminan. Que no paran. Que tardan años en medio de fuertes desgastes que te llevarán lo querrás o no, a la soledad, a la ausencia, a la muerte.
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