Cienvecesuna
jueves, 9 de octubre de 2025
ANALIZAR Y PENETRAR EN LA LITERATURA GUATEMALTECAHe escuchado hoy varias ponencias en el Congreso de Filosofía de la Universidad Rafael Landívar. Las ponencias que escuché son con enfoque crítico hacia la literatura. Me llamó la atención que el tema estaba en relación al tema del respeto, la admiración, el cuidado que los seres humanos deberíamos tener con el medio ambiente. Los ponentes le llamaban a esta tendencia de la teoría crítica, ecocrítica.
Los trabajos variaban de intensidad en las aproximaciones analíticas que se hicieron. Se reflexionaba sobre la única obra de Pablo García Tale, un breve poemario B’ixonik tzij ke uk’ulaj kaminaqib’ (Canto palabra de una pareja de muertos), escrita en k’iche y aparecida en 2007 al ganar el Premio B'atz' de literatura indígena, fundado por Rey Rosa. El otro autor guatemalteco que se abordaba era Mario Payeras. Y se hacía un esfuerzo por analizarlo desde un punto de vista filosófico. Las obras de Payeras que se mencionaban eran Poemas de la Zona Reina, Los días de la selva y El mundo como flor y como invento.
Los dos autores son distintos y de procedencia étnica diferente. Los dos ya fallecidos, se trata de representaciones y textualidades que proceden de espacios tanto ladinos como indígenas. Donde la fuerza de su literatura está basada en una construcción de la realidad que tiene como horizonte una diferente forma de comprensión del mundo.
Durante mi trayecto por la obra de Payeras encontré que críticamente se le había analizado desde una poética de lo vegetal (Arguello) y se había penetrado sus textos líricos y narrativos desde una estética de lo vegetal (Toledo).
No creo que Payeras dividiera sus escritos por géneros. Se trataba de un autor de una fuerte sensibilidad literaria, en cuyo pensamiento podemos percibir una serie de reflexiones sobre el medio ambiente en base a sus experiencias en medio de la selva y la montaña, en el tiempo del conflicto armado interno. Su experiencia en la selva, inicialmente, la sobrevivencia como militante fundador del EGP, lo proveyó de insumos suficientes para desarrollar lo que yo llamo la "estética de lo vegetal", al comprender en base a la experiencia, los enigmas que como habitantes urbanos no podemos percibir de nuestro entorno natural. La inmersión que Payeras y sus compañeros hacen en la montaña les agiliza una serie de sentidos escondidos en el inconsciente colectivo, que los ayuda a sobrevivir en un medio que al inicio es hostil, y luego se transforma en parte de ellos, porque logran comprender nuevos signos y significados, e interiorizarlos para la sobrevivencia. Las reflexiones de Mario en El mundo como flor y como invento, se hacen narrativamente, pero conservan el hálito poético que Payeras estilaba cuando hablaba del entorno natural. No los considero "cuentos" en el sentido tradicional, a lo mejor son econarrativas, que se resuelven en prosa, pero se pronuncian en verso. No lo sé, ni quiero etiquetar sus reflexiones ecológicas dentro de un género que no permite exacerbaciones genéricas. Por otro lado el propio Payeras al paso del tiempo irá desarrollando una filosofía, que no podemos encasillar tampoco de manera tan occidental. Poco a poco Mario iba compenetrándose de una visión no occidental, que le permitía entender los entornos, sus signos, significados y enigmas. Cada vez más iba aprendiendo a reflexionar en un estilo distinto, que lo alejaba de los presunciones de la filosofía alemana, norteamericana o europea en general.
En el poema de García Talé penetramos a una comprensión de la vida y de la muerte no occidental, de manera abrupta. La pareja de muertos reflexionan, cuestionan y conversan sobre su capacidad de mutar hacia otras formas de ser y convivir, en un estilo totalmente ritual y espiritual. Nos muestra la visión de la cosmovisión k'iche', e intertextualiza su propio texto con una historia, que se encuentra en la fuerte tradición mesoamericana, y que podemos rastrear en un libro titulado: El ritual de los bacabes. La pareja de muertos es capaz de seguir existiendo diluidos, transformados, convertidos, o mutados en otras presencias del cosmos, en las que según sus cosmogonías se sigue existiendo. Si no recordemos Macunaíma de Mário de Andrade, cuando al dejar de existir sube a transformarse en estrella. García Tale nos relata en el poema que presenta una cierta forma de liturgia , el devenir de la pareja de muertos, sus merodeos, sus perspectivas y destinos.
viernes, 5 de septiembre de 2025
DESVAIRADAS Y FEMINISTAS
lunes, 25 de noviembre de 2024
(m.mayer imagen)
BOTAR EL ROSA
Quisiéramos empezar hablando de varias generaciones
de mujeres que, a lo largo de muchas décadas, un siglo podríamos decir, hemos tenido
experiencias de violencia de género. Las diferencias de clase social, origen
étnico y procedencia han marcado nuestras vidas. Supusimos que, con el
advenimiento de la modernidad en el siglo XX, las formas inhumanas de ser
tratadas podrían cambiar. Pero eso no sucedió. Aparecieron nuevas maneras de
opresión social, política y doméstica, mediante las cuales continuaron las
violencias de parte de los varones principalmente, pero también de las familias
donde el patriarcado tenía una gran influencia.
En la primera mitad del siglo XX las formas de
exclusión entre hombres y mujeres en Guatemala eran muy evidentes. Se pensaba
que las mujeres no podíamos votar, porque nos faltaba el criterio para escoger
a los gobernantes. Teníamos todavía poco acceso a la educación formal, y no
digamos a la educación superior. Las escritoras y ensayistas de la Sociedad
Gabriela Mistral, que representan hoy los primeros atisbos de un feminismo que
se iría construyendo poco a poco a lo largo del siglo, plantearon las primeras
preguntas acerca de la imposibilidad de ser visibilizadas como entes pensantes
y con capacidad de comprensión y evolución intelectual, si nos daban la
oportunidad de acceder al saber, que los mismos varones ya poseían.
Una de las primeras feministas de la Sociedad
Gabriela Mistral fue Rosa Rodríguez López. Ella y otras escritoras y
periodistas fundaron una revista, la Revista Vida, para poder escribir
sobre las ideas que iban desarrollando, iban construyendo teorizaciones acerca
del mundo de las mujeres en medio de una sociedad patriarcal y sexista, que
nunca les permitió dirigir su propia revista. Sin embargo, las primeras
epistemologías feministas quedaron escritas por este grupo de mujeres casi
todas jóvenes, que giraron alrededor de las ideas teosóficas.
Sabemos por investigaciones realizadas por Lorena
Carrillo y Ana Cofiño sobre los grupos de mujeres obreras que intentaron en
diversas ocasiones emanciparse, rebelarse en medio de un tiempo que las
oprimiría de distintas maneras, para callarlas. Hicieron huelgas y resistieron
poco tiempo durante las dos primeras décadas del siglo XX, dejando como
testimonio una de las primeras rebeliones desde los márgenes, pues se trataba
en este caso de mujeres que laboraban en fábricas de café y otras, donde
devengaban sueldos miserables, pues cuando las mujeres empezaron a laborar
fuera de sus hogares, eran grupos explotables, pues se les consideraba no
humanas, simples peonas, mano de obra barata, para seguir con distintos
procesos de explotación.
Cuando la revolución triunfó en Guatemala en 1944,
aparecieron en el horizonte grupos de mujeres que empezaron a definir otra
manera de ser consideradas. Las mujeres de la Primavera Democrática
constituyeron otro antecedente de las luchas que en el siglo XXI peleamos otras
mujeres, tanto mayas como ladinas. Les tocó presenciar y participar en varios
cambios para el mundo de las mujeres en general.
Allí en ese periodo encontramos varias mujeres que
plantearon los primeros cambios de pensamiento respecto a las distintas
opresiones y violencias que las mujeres vivían, cuestionaron el asunto del
espacio doméstico, practicaron su capacidad política y se adhirieron a idearios
que postulaban cambios drásticos en los derechos para las mujeres.
Pero me quisiera referir a las mujeres jóvenes del
tiempo de la guerra. En su mayoría las jóvenes que se adhirieron a grupos
políticos que pretendieron cambiar la realidad en la que Guatemala como país
vivía, sufrieron enormes e irreconciliables violencias. Las mujeres de este
periodo de la guerra fría, serán recordadas muchas de ellas como mártires, pues
sufrieron las peores vejaciones a las que una mujer se expondría por propio
discernimiento. Militaron en grupos políticos donde se convirtieron en blancos
fáciles. La oposición las visibilizaba y encontró razones de tipo político para
agredirlas. Se trató de una represión de tipo simbólico en el caso de todas
estas mujeres del periodo de la guerra civil, que sufrieron las peores
vejaciones de las que se tiene noticia. Las muertas son muchas, las
sobrevivientes son menos. Sin embargo, ambas dejan constancia con sus historias
de vida, de haber estado en medio de violencias terribles. La genealogía de las
secuestradas y asesinadas durante el periodo más violento de vida en Guatemala
es larga. Y aquí solo estamos mencionando a las más reconocidas simbólicamente:
Rogelia Cruz, Alaide Foppa, Irma Flaquer, Yolanda Urízar, Rosario Godoy y
muchas otras. La lista es larga e interminable.
Las fuerzas estatales eliminaron a cientos de
mujeres y sus propias hijas en las comunidades indígenas. Sufrieron terribles
vejaciones y fueron violentadas de tal manera, que raya en lo inhumano.
Recordamos casos de casos donde fallecieron violadas, cortadas, estranguladas,
quemadas, muchísimas mujeres solo por el hecho de ser indígenas, ser mujeres y
estar en los territorios que les querían arrancar.
Se produjo esclavitud y abuso total para muchas
mujeres indígenas durante el periodo de la guerra. El caso paradigmático es el
de Sepur Zarco, pero existen otros que quedaron como casos no resueltos. El
caso de las señoras de Sepur Zarco es indignante en la memoria sobre las
violencias. No las asesinaron, las utilizaron para ser esclavas. Hacían todo
tipo de oficio doméstico, pero la mayor vejación fue la de trabajar como
prostitutas de las tropas en Sepur Zarco. Y esta situación duró varios años,
ellas en medio de esta ignominia sobrevivieron. De las 15 mujeres k’echi’ que
vivieron esta pesadilla, solo una falleció. Nos preguntamos si haber quedado
vivas valió la pena. Sabemos del sufrimiento que en condiciones distintas
provoca el hecho de que te utilicen sexualmente solo por placer sexual. No
podemos imaginarnos la pérdida de valor humano que significó para ellas ser
utilizadas por la tropa en distintas y variadas ocasiones durante esos años de
abuso a las señoras viudas de Sepur Zarco.
El último caso colectivo de violencias contra
mujeres es el de las niñas del hogar Virgen de la Asunción. Este se produce en
el siglo XXI. Se realiza o sucede el día 8 de marzo. No mueren asesinadas por
las balas, ni por cuchillos, o estranguladas, mueren quemadas porque cuando se
inicia el fuego, les cierran la única puerta de salida de la especie de celda
donde las habían recluido después de un amotinamiento. Se trataba de un grupo
de niñas consideradas urbanamente como problemáticas. Se encontraban en un
centro de rehabilitación para niñas sin recursos. ¿Tenían derecho a cerrarles
la puerta y no dejarlas salir? ¿Por qué
mueren como las otras mujeres en el interior del país? Pues un fuego se desata
dentro de la habitación y era imposible que no se quemaran vivas, si no podían
escapar.
Las violencias que se pueden ejemplificar son
múltiples. Existen solapadas las violencias domésticas. Esas no paran. Están
dentro de los hogares, donde las mujeres no pueden tomar decisiones sin
consultarle al marido. Te agreden haciéndote burla. Te agreden callándote.
Existen otras, las que se aplican a mujeres tanto
mayas como ladinas, que han accedido a la educación superior. Se les paga menos
que a los varones en los distintos lugares de trabajo. Se les considera menos
aptas para razonar y escribir. Se les considera sujetas de segunda clase en los
trabajos. No se les respeta. Otras mujeres incluso las denostan y las hacen
sentir mal, al hacerles ver sus errores de manera abusiva.
Este país necesita cambiar de leyes pero también
precisa que nos nazca la consciencia feminista. Esta consciencia aparece cuando
sentimos que debemos ser solidarias con otras mujeres que nos necesitan para
procesar los cambios de actitud.
El sistema patriarcal es muy fuerte y renace cada
vez con nuevas estrategias de diferencia y simulación. Por eso los colectivos
de mujeres debemos practicar la solidaridad, ser incluyentes, no ser clasistas,
evitar ser racistas, trabajar en ello. Botar el rosa. Ser sujetas de cambio,
sujetas nuevas, que piensan de forma emancipada, que creen en otras mujeres,
que no se apegan al poder patriarcal que las quiere seducir.
domingo, 25 de agosto de 2024
Tejiendo la niebla (Hernández, 2021) es la primer novela de una escritora migrante guatemalteca, que relata de forma fragmentada la historia de una familia cuyos orígenes están entre Mayuelas (Gualán, Zacapa) y Tactic, (Cobán). Lo que hace interesante la narrativa de esta autora, es que se trata de una de las primeras novelas escritas por una mujer que reconoce en su origen la vena poqomchí. La historia revela las interioridades de la vida de un grupo de mujeres de distintas edades, que han sobrevivido al sistema social, económico y de género, en el cual debatieron sus vidas. Se trata de una especie de genealogía que explica de diversas maneras, la forma de ser de la voz narradora. La madre que es un personaje fuerte en la historia había sido abandonada por su propia madre, que apenas era adolescente, para mudarse de lugar de origen cuando decide o deciden por ella, aparejarla con un nuevo marido.
Cuando la narración inicia, la presencia de la figura materna es muy fuerte. La madre se enfrenta continuamente a los abusos del marido, que es el padre de las tres hijas que ella tiene. No sabemos a lo largo de la novela, cuál es la historia de la madre, pero imaginamos que se trata de uno de esos seres que logra emanciparse mentalmente del sistema patriarcal. Que logra resistirse a la explotación de la cual es objeto, para con el tiempo, lograr cambiar el destino de sus tres hijas.
El marido es un personaje casi nulo en la narrativa. Está descrito como un hombre abusivo, no solo porque bebe y le pega a la madre, sino porque vive de ella y la mantiene enojada y decepcionada de vivir la vida que lleva. La salida que la madre encuentra a esta tragedia, es migrar hacia los Estados Unidos, pero para esto debe dejar a sus tres hijas encargadas por tres años, con dos de las mujeres de su propia historia, una tía y su propia madre, que viven en dos distintas localidades, lo que hará que las niñas tengan que estar viajando y cambiando de ambiente cada cierto tiempo, a lo largo de los dos años.
El cambio que le hace la madre a la historia de esta genealogía de mujeres que han tenido que soportar estar en medio de sistemas sociales que despojan de derechos a las mujeres, es que la madre regresa a los tres años, para rescatar a sus hijas y llevárselas con ella. Y como ningún sueño es completo, deben viajar de manera ilegal a los Estados Unidos y hacer un viaje peligroso, pero al mismo tiempo valeroso, porque se trata de cuatro mujeres viajando solas con los coyotes, que en la historia, son menos malvados y perversos de lo que las historias sobre la migración cuentan.
Las tres adolescentes llegan a Estados Unidos a salvo, pero se relatan las vicisitudes y las pequeñas y grandes tragedias, que los y las migrantes guatemaltecas y de otros lugares viven durante el trayecto. Se trata de situaciones ambiguas y peligrosas, que solo quiénes están desesperados y al límite en sus lugares de origen, ven como una salida menos dura que la viven en sus localidades.
La madre vive ya con otro hombre que se convierte al paso del tiempo en el padre de la narradora, y es quién también ha sufragado los gastos de la migración de las tres adolescentes. No se cuenta en detalle el perfil de este personaje masculino, pero a lo largo de la historia se entiende que se trata de alguien de gran corazón, que quiere a la madre y por extensión quiere a sus hijas.
La historia narrada durante el periodo de ausencia de la madre, se focaliza en las otras dos mujeres de su familia materna, y hay partes donde los lectores podemos entender, que cada una de ellas no pudo escapar a su propio destino, como mujeres pobres, como mujeres explotadas, que terminarán sus vidas en medio de pequeñas y grandes tragedias familiares.
Al final de la novela, cuando la madre decide volver a Guatemala en un momento en que pueden registrar sus papeles en el programa de amnistía de 1992, ya solo viajará con sus dos hijas menores, ya que la mayor, que fue a quién le tocó vivir la parte de la vida más dura de explotación de la madre, se ha unido con un hombre y espera un bebé. Ha cumplido los 21 años y ya no puede reclamar su derecho en Guatemala.
Las dos hijas menores y la madre, acuden a visitar a las parientas que se hicieron cargo de las tres niñas durante la ausencia de su madre, y es allí donde la narradora comprende al escuchar la vida de las tres mujeres de su genealogía, el porqué del carácter duro de su madre, y logra apreciarla en toda su dimensión como mujer que se resistió a los embates del sistema patriarcal donde le tocó nacer.
La novela tiene partes narrativas donde mezcla la narración de la historia central con poesía. Ese efecto le otorga a la narración, momento nulos de historia para intensificar la parte del sentimiento que se encuentra condensado en los poemas. Los poemas están escritos en inglés y se hace una traducción. En los poemas encontramos concentrado el sentimiento originario de la narradora, y nos recuerda la obra y la estructura de la novela de Anzaldúa, La frontera, con quien establece intertextualidades la autora de la obra, Claudia D. Hernández. Asunto que se puede estudiar más a fondo a través de análisis comparativos entre las dos obras.
La importancia dentro de la historia de mujeres guatemaltecas, es encontrar por primera vez una novela escrita por una autora maya-poqomchí, asunto que se nos revela como algo fundacional. Ya existían narrativas testimoniales, escritas por mujeres mayas, anteriores a Hernández, pero esta obra parece ser la primera publicada por una autora de este origen, y que nos permite especular acerca del corpus maya que viene haciéndose mayor durante el siglo XXI.
domingo, 28 de abril de 2024
La poesía actual latinoamericana es vasta y variada, procedente de distintos espacios geográficos donde la colonización y la colonialidad impusieron el idioma, la religión y la práctica de la cultura, y donde más tarde las distintas migraciones y los mestizajes han dejado marcada una huella profunda. Esta poesía entonces presenta una gama inacabable de temas y estilos que a lo largo de un tiempo han quedado como sello de lo que es ser y a veces no ser latinoamericanos.
Hoy toca hablar del libro de un poeta mexicano que afirma que parte de su identidad cultural se amarra con Centroamérica, yo más bien diría que con Guatemala porque es en su propia infancia, al momento de fijar identidades de pertenencia, a donde va continuamente con su padre y de donde le toca volver de una manera casi cíclica, para más tarde volver a iniciar el rito, en un proceso continuo e inacabable.
Vivir en Chiapas y pasar a Guatemala como forma de vida, marcó su manera de entender este espacio geográfico, provocó igualmente que regresara más tarde a buscar poéticamente sus raíces centroamericanas. Así mediante ese proceso de volver a Centroamérica y atravesar la frontera hacia Chiapas ya en edad adulta, escribió y publicó el Libro centroamericano de los muertos (2018) que considero un homenaje a esa itinerancia, y que el poeta asume como postura política en el caso de la migración centroamericana.
El libro que me permite comentar hoy Machete sin hoja al que le falta el mango (2023) gana finalmente el premio Luis Cardoza y Aragón. Asistiendo yo al momento de otorgarle el premio me di cuenta que también se trata de uno de esos pocos casos, en que el premio se honra y adquiere mayor prestigio, cuando un poeta de la trayectoria de Balam Rodrigo lo gana.
Machete sin hoja al que le falta el mango se divide en siete partes donde se indaga sobre la creación y la razón poética, y por eso mismo discute el acto creador en relación con el silencio, la fe, el mundo onírico y el sentido de la vida entre otros temas.
Además es el resultado escritural de un trayecto largo por la poesía de un escritor chiapacentroamericano que indaga discursivamente acerca de ese animal verbal que lleva atado al corazón, y que posee sangre caudalosa capaz de reflejar el rostro vacío del poeta que la canta, que asume con lenguaje cotidiano decir las cosas como que fueran sus últimas palabras.
Los textos hablan de los dilemas de la subjetividad poética. Se posicionan desde un espacio casi autobiográfico, pero de alguna forma anónimo, el de un poeta que escribe sobre las páginas de la noche, y en mi experiencia fenomenológica, de la lectora que experimenta el don de la bilocación, que siente, presiente y transita por los tiempos de la escritura, que intenta descifrar las claves, y que penetra los resquicios del poema ataviada por la animala de los sueños.
Las reflexiones sobre la existencia del poeta como un elegido son puestas en duda en los poemas de este libro, porque el poeta es más bien un ladrón, un bastardo de la palabra que en vano intenta domesticar a la muerte y al silencio. No es más que el que allana el recinto de la poesía y luego entreteje un manto para cubrir la voz que canta. Se produce una compulsión de realidad, un simulacro de la creación instalada en el imaginario social del siglo XXI: “Porque el poeta no es solo testigo de la violencia y la ignominia, y aunque en apariencia no pueda hacer otra cosa más que levantar la hoz de su palabra, con ella decapita el olvido y mutila las lenguas mudas…” (Machete, 75).
El poeta comunica su hallazgo, le dice la verdad a la lectora, la experiencia ha dejado de ser subjetiva y pasa a convertirse en una verdad poco discutible. Lo poético está tratado en el libro como ese lugar oscuro, profundo cenote, donde lo divino se encuentra y donde la verdad puede ser vista como una revelación: “Ofrecer al insospechado lector una poesía escrita con las entrañas y construida desde el humano lenguaje de las cosas que pasan inadvertidas, anudar las palabras de siempre con hilos de aire, atar al cuello un dogal de piedras sonoras, musicales, cuyo peso lidie -ala púgil- con el silencio”. (Machete, 71)
La voz poética recupera a través de la conciencia y el encuentro con lo divino un tipo de realidad que es casi inabarcable, donde solo el arte puede interceder para alcanzarla, su materia en el caso de la poesía es la palabra, no se trata de elaboración artesanal, se aleja de lo fútil y cursi, el poema es: “furia contemplativa y reflexiva, agujero cavado en el vacío, epifanía para representarse en el gran teatro del silencio”. (Machete, 85) Y es porque la razón poética une dos fenómenos distintos, nos revela tanto lo originario como la creación poética que lleva consigo un tipo de belleza que responde a lo primigenio, el poeta dice: “Solo la antigua lengua de musgo escribirá las suficientes letras de sombra para tatuar el dolor en el agua muerta del pozo sin fondo de la noche”. (Machete, 74)
La poesía escrita en Machete posee una fuerte dosis de reflexión filosófica, se trata en palabras de María Zambrano de un saber acerca del alma, elaborado a través de metáforas que precisan de rearmarse para situar los sentidos porque se encuentran mutilados. El artefacto se armará en palabras de la voz poética por medio de sus vestigios que vendrán cargados de múltiples significados. (Machete, 23) Es el artista el que encuentra el mundo destotalizado y debe erigir uno distinto con los restos. Solo se logra si el poeta toma conciencia de su marginalidad: “la poesía desnuda, salvaje y polígama, los sueña”. (Machete, 23)
Es inevitable pensar en esta lectura de Machete, que la escritura está trabajando como función mediadora, ya que abre fisuras y posibilita que esta lectora tenga una experiencia de lo sagrado, ya que transita en su lectura por varias vías, precisa de una intuición poética, deberá entrar allí como se coloca a la salida del sueño en el instante de la vigilia para poder resistir al tiempo real y colocarse en un proceso que construye y destruye lo divino enfrente de ella. Así se dice en el siguiente texto del libro: “Todo libro de poesía es una llave para abrir y leer el mundo: puerta cerrada para los que no sueñan, los que no imaginan, los que no ven la poesía”. (Machete, 112)
Dentro de un lenguaje altamente metafórico en el libro se nos ofrece una compleja discusión sobre la escritura poética y sus relaciones con mitos y valores estéticos que en los imaginarios sociales actuales no se encuentra a la vista. La escritura intenta llegar al fondo donde lo divino puede estar agazapado como una revelación que deberá develarse. Termino diciendo en voz de Machete: “Todo libro de poesía es un manual de ritos capaz de transmutar hechizos y encantamientos en versos que descifran las cosas contingentes y secretas del mundo cotidiano, desvelando un singular universo de seres feéricos, criaturas fantásticas, espíritus antiguos y monstruos míticos que existen desde el principio y yacen ignorados…” (Machete, 117)
Bibliografía citada y consultada
Balam Rodrigo. Machete sin hoja al que le falta el mango. Guatemala: Editorial Cultura, 2023.
Larubia-Prado, F. Filosofía de la poesía: María Zambrano y la retórica de la reconciliación.
Serantes, Arantxa. La razón poética como centro creador en María Zambrano.
"Luciérnaga en el claro del bosque"
(texto de presentación del libro Proclama de pólvora y deseo de Waleska Monterroso (Parutz editorial, 2024)
Han pasado años, décadas, yo escribía textos en libretas, en papeles sueltos, en servilletas. Eran años duros. La guerra emplazaba nuestras vidas. El clima era de incertidumbre. Pero yo seguía y seguía la escritura de aquellos objetos, pequeños artefactos sin forma, ligeramente descuidados, absolutamente desaliñados, parecían los primeros artefactos a los que llamé ingenuamente tortillas y que hice en la década del 90 con una maseca bastante cara, en una ahora lejana y todavía larga en la memoria, noche de nieve en Pittsburgh.
Leyendo el libro de Waleska, Proclama de pólvora y deseo, publicado acertadamente por Parutz Editorial este año, entiendo de nuevo y regreso a ese momento de la primera escritura de mis textos. Porque cada vez que una nueva poeta aparece y yo la leo, la analizo, la gloso, la comento, me veo reflejada en el espejo del inicio de mi propio y sufrido proceso como poeta, como narradora y aún como ensayista.
No está fácil esto de dedicarse a veces a las presentaciones de libros de otras y de otros escritores jóvenes. No está sencillo volver a sentir la fresca pulsión que te empuja a escribir desde lo más recóndito del cuerpo, desde esos misteriosos espacios pliegosos de la carne.
Nada de esto es poco complicado, porque interpretar los poemas de otras mujeres de diferentes tiempos y lugares, donde también pesan los orígenes, es regresar a ese punto 0 donde empezaste, donde te diste cuenta de que había que desnudarse en público con el poema, que se requería de una entereza que a veces no se tiene, que hace falta valor para lanzarse hasta el fondo del cenote para acariciar el huidizo artefacto que se ha construido y tratar de empalabrarlo.
Leyendo nuevamente el libro Proclama notaba que se trata de una voz enérgica, recalcitrante y decidida, porque procede de una genealogía de escritoras (aunque ella todavía no pueda advertirlo) que no han quedado silenciadas ni por el padre, ni por el hermano, ni por el marido y menos por el amante. Se declara así simplemente, libre e independiente de habitar el deseo, se entiende como pájaro migrante, siempre mudando de estaciones.
La poesía es en sus manos una pequeña arma con filo. Corta delicadamente, penetra, no admite que se le recrimine por sentir, por desear, por amar contra todo pronóstico y gritarlo en medio de las páginas.
La seducción en Proclama ya no le sirve al patriarcado que se debe enfrentar a este tipo de argumentos. Las poetas descendientes de esta genealogía son una especie que escupe y enfrenta los necios argumentos de la ética y la moral moderna que modelaba a las mujeres.
El sujeto lírico en el libro de Waleska reclama la posibilidad de cantarle al cuerpo del amado, de dejar el miedo de decirlo todo, de dejar de lado el decoro, y por eso en este texto se reconoce como fuego del ocote, proclama el despertar novedoso de la carne, la fidelidad no es más que una monumento, una blanca y pulida estatua anclada en la avenida de lo obsoleto.
Hay en su Proclama una invitación a saltar a asumir el vértigo, el sujeto amado es increpado con furia a mostrarse en su firmeza de macho enardecido. Porque la voz lírica está llena de gozo, ha conocido la intimidad del mundo, y no le da miedo declararlo, está allí resumida en dos bocas que se aman, que se ensalivan, que se penetran, que se lamen.
La intensidad del amor carnal se apaga al final del libro y la poeta reposa en su duelo, sabe que el cuerpo, animal metafísico, tiene memoria, y es capaz de retener por largo tiempo los instantes de dicha absoluta, por eso hay que esperar un tiempo de duelo, y de nuevo estará preparada para empezar el gozo, para iniciar el largo camino del amor en otro cuerpo, en otros amantes.
La sujeto lírica se declara de nuevo una extraña ave, una pájara ahita de plumas brillantes, semejante a una árbol que con elegancia pierde sus hojas, un cuerpo desnudo en la inmensidad del universo.
Se reconoce inconstante, huidiza y renuente. Se convierte en luciérnaga al final de camino, volviéndose hacia dentro, encontrando el sendero, buscando ansiosa quizás los inencontrables claros del bosque que imaginaba María.
miércoles, 15 de noviembre de 2023
DISCUSIONES IDENTITARIAS EN EL SIGLO XIX
Josefa García Granados es una autora todavía hoy considerada fuera de serie. Nació a fines del siglo XVIII y llegó a Guatemala, procedente de Cádiz, España, acompañando a sus padres, que traían consigo 11 hijos e hijas. Ella era la mayor, y a la muerte de la madre le tocó encargase de sus hermanos menores de distinta forma. Si ellos eran 11, al menos le tocó ser la madre de los últimos cuatro hermanos, todos nacidos en suelo guatemalteco.
Se le recuerda ahora desde este espacio marginal porque quién escribe, vuelve a la obra de la Pepita, cada vez que en medio de las revueltas feministas, se menciona a las antecesoras o a las ancestras como se suele decir ahora.
La Pepita era mujer inusual. De fuerte origen español, procedente de Cádiz, llegó a Guatemala siendo ya adolescente. Sus biógrafos nos la han pintado como una mujer que no tenía pelos en la lengua. Decía lo que pensaba y tenía prácticas sociales más bien alineadas con los varones, que con lo que se suponía, hacían las mujeres de su época.
No sé si en algún momento, pero en varias ocasiones he leído que se casó con un hombre nicaragüense de apellido Saborío. Que le da el apellido a sus hijos e hijas. Y es de quién desciende la conocida niña de Guatemala del poema de José Martí, que además era hija de Miguel García Granados, uno de los hermanos menores de la Pepita, y de quién ella resulta ser la abuela, porque Miguel García Granados, alias Chafandín, se casa con su sobrina Cristina Saborío García-Granados, la séptima hija de la Pepita, y una de las hijas de ese matrimonio es María Josefa García Granados Saborío, la niña tema del poema de Martí.
José Ramón Saborío Durán era nacido en Nicaragua, y se casa con Pepita en el año 1818. El matrimonio procrea varios hijos, entre ellos Cristina la séptima hija, que luego contrae matrimonio de primero con su tío y luego con uno de sus primos hermanos Julio García-Granados López Portillo, luego de la muerte de su tío y esposo Miguel, que fallece cercano a la muerte de María Josefa García Granados S., la niña del poema de Martí.
Todo este entramado para señalar que la vida de la Pepita era intrincada a nivel familiar. Y que aunque fue una costumbre de las familias coloniales, aún las que como en el caso de ellos, se trataba de nuevos criollos, dedicados a comerciantes, privaba en medio de sus prácticas la conservación de la pureza de la sangre, las relaciones económicas en medio de redes de consanguinidad y otros elementos que no se explican en este escrito.
He leído comentarios acerca de la brevedad de su obra. Y sí es cierto. Pero en la brevedad de su obra se perciben y se han descubierto vetas muy importantes y distintas a las de otras escritoras del mismo momento, incluso de algunas que como Sor Juana de Maldonado, tenían de origen ser de los viejos criollos, cuya identidad peninsular, era mucho más recalcitrante que la de los nuevos criollos, que no tenían orígenes de alta alcurnia, sino eran simples comerciantes, por cierto que los de los García Granados, cuya vida en Guatemala inicia a principios del siglo XIX, exactamente en 1811.
Ahora sabemos más de la vida de los García Granados durante el despojo de las fortunas que se produce sobre las familias más acaudaladas, después de la independencia. Leyendo esta parte de la historia, se entiende más por qué la Pepita se encarnizó contra los liberales. Tanto la familia García Granados como la de Pepe Batres por ejemplo, cambiaron sus vidas después de ser despojados de todo lo que poseían. No solo perdieron su prestigio como comerciantes los primeros y como viejos criollos, los segundos. Se vieron exiliados por ejemplo. Los hermanos varones, mayores que Miguel García Granados tuvieron que salir fuera de Guatemala a intentar rehacer sus fortunas a México. Nunca lo lograron del todo. Pasaron penas económicas, sobreviviendo en distintos lugares, intentando hacer fortuna en medio de las guerras y los acosos políticos de los liberales. Por otro lado la vida en Centroamérica había cambiado en 360 grados. La familia Batres se vio en medio de la miseria, pues el padre de Batres Montúfar trabajaba para el reino, y perdió cualquier prevenda al cambiar la forma de gobierno. En Pepe Batres, íntimo de José Arzú, el propio Batres cuenta las visicitudes y las tragedias que vivieron su hermano y él en Nicaragua; y sus padres y hermanas en Guatemala, al verse avasallados, despojados de todo lo que poseían por los liberales y por algunos ladrones que les robaron lo que habían ido enterrando en el patio trasero de la casa. Se fueron a refugiar a una casa que todavía les quedaba en Antigua, y allí vivieron por siete años. En tanto el hermano menor de Batres murió en el exilio y él mismo regresó a Guatemala bastante enfermo y deteriorado.
La Pepita no narra en sus cartas las situaciones que vivieron a nivel económico. Pero la forma en que ella se dedica a escribir y a criticar a sus opositores puede ayudar a comprender el nivel de resentimiento ante el cambio de modo de vida que vivieron los García Granados en este periodo. Pensamos que las reacciones nerviosas que sufrió estando en Chiapas, y que son contadas por su hermano en sus Memorias, son producto de esta impotencia. Además de darse cuenta, estar consciente que le había tocado vivir en un periodo en que ser mujer no era cosa fácil. Desde siempre tenía actitudes liberadas para una mujer del siglo XIX. La experiencia de la lectura y la escritura le empoderaban mucho más para analizar la situación política, cultural y social en medio de la cual se encontraba. Por otro lado su experiencia de vida personal y familiar, le posibilitaba una conducta poco convencional. Actuaba como una mujer casada del día de hoy, no como una mujer casada del siglo XIX. Su conducta era la de una joven de inicios del siglo XXI, y no la de una del siglo XIX. Lo del espacio privado y doméstico, no era para ella. Se acostumbró a vivir de forma anárquica y muy personal. Nadie la ayudaba para pensar, desarrolló esa posibilidad en medio de la situación en que creció como adolescente. Huérfana de madre, con un padre de carácter suave, y una enorme flota de hermanos para ver por ellos, la Pepita actuó de manera distinta a una mujer casada del siglo XIX.
Nosotras desde el siglo XXI no leemos su conducta como alguien varonil ni masculinizada. Observamos a una mujer educada, que pensaba por sí misma. Que se había responsabilizado de sus hermanos y hermanas como su intuición le indicó en aquel siglo XIX políticamente cambiante y duro. Que había tenido que madurar a través de su propia experiencia personal. Que estaba en medio del caos, cuando la fortuna que habían amasado sus padres y hermanos, les era quitada. Cuando habían perdido todo lo que les permitía vivir de una forma holgada. No estamos hablando de si era justo o no, que los despojaran de su fortuna, estamos tratando de entender las reacciones y los escritos de una mujer intelectual y liberada, que aun estando casada era dueña de sí misma, lo cual algunos han leído como algo negativo.
No dudamos que Ramón Saborío Durán se casó con una mujer del siglo XIX inusual y excéntrica. Al revisar la biografía del marido de Pepita, pensamos que ella lo escogió a él, que no se lo impusieron, porque era difícil imponerle algo a la Pepita. No se conoce mucho de la biografía de Saborío, sino que era nicaragüense y que era de Villa de Nicaragua. Que tuvo las agallas, cuando la Pepita fue acusada por el gobierno de Gálvez de andar hablando mal de ellos y hacerla encerrar, de ir a reclamar la sola idea que la apresaran. De esa manera acabó encarcelado él. Luego casi no se habla del nicaragüense, sino en las cartas, cuando la propia Pepita pregunta por él a Batres en las cartas. Sabemos que está ausente durante la guerra de liberales y conservadores, y posteriormente sale al exilio con otros varones de las familias. No se explica mucho qué le había acontecido, cuál había sido su historia posteriormente a todo este caos. Lo que sí se sabe es que la Pepita tuvo sus hijos e hijas solo con él. Y que hacia 1839 él vivía fuera de Guatemala, en el mismo lugar donde Batres Montúfar se encontraba trabajando por cuestiones de necesidad de su propia familia. También nos enteramos por las cartas cruzadas entre Pepe y la Pepita que no estaba bien de salud. Sabemos que la Pepita le pregunta a Batres por él, por su alimentación, le pide le avise si su marido está comiendo bien, porque si no, ella le puede enviar provisiones. Esto confirma que la Pepita seguía pendiente de él.
La verdad es que la obra breve de la Pepita deja observar una serie de elementos emancipadores, que posiblemente tengan relación con el periodo de la vida en suelo guatemalteco. También parece estar unida a la discusión sobre las identidades criollas y mestizas. Cuatro de sus hermanos eran criollos nacidos en el suelo centroamericano y a ella le había tocado educarlos o al menos hacerse cargo de ellos. Así supo bien lo que significaba ser peninsulares y ser criollos. Supo además que una mujer como ella, excéntrica, independiente, valiente, no era común, y claro las enfermedades nerviosas la aquejaron, y al final lograron minarla y acabar con ella.
Muere como sabemos en 1848. Y deja de escribir en el último periodo de su vida, después de que Batres Montúfar fallece en 1844.
lunes, 13 de noviembre de 2023
VERDAD-VERDAD
Decir lo que pensás no tiene el mismo sentido que pensar sobre lo que sentís. La verdad difícilmente es fácil de articular. Tenés siempre el pinche temor de herir a alguien a quién querés, apreciás, valorás. O a vos misma. Lastimarte a propósito diciendo enfáticamente aquello que creés es la verdad-verdad, puede ser una especie de suicidio auto inflingido. La verdad no es una sola, sí es cierto, pero todas las verdades poseen un porcentaje de valor de verdad. No todas las perspectivas sobre un mismo hecho se acercan al valor de verdad que la verdad posee intrínsecamente. Desde donde se mire, no está fácil liar con la verdad de algo. Sea algo personal o no. Algo personal, como las discusiones sobre el dinero, es complejo. ¿Quién tiene la razón en la mano? En ese tipo de discusiones hay que tener gran voluntad de aceptar lo que no te parece como una verdad. Pensar que las verdades también existen a medias, puede ayudar a comprender a quién te lo dice. Y esa otra mitad de verdad que no se toca, se encuentra ubicada en un espacio mediado por los sentimientos. La verdad-verdad, está más cerca del desamor, que del amor. Es más fácil verla si no amás a la persona que la postula. Si lo amás, aun que la veás, no podés señalarla, porque corrés todo el riesgo de perderlo en medio de discusiones que no terminan. Que no paran. Que tardan años en medio de fuertes desgastes que te llevarán lo querrás o no, a la soledad, a la ausencia, a la muerte.
sábado, 26 de agosto de 2023
BESOS, RITOS Y CATÁSTROFES
Está en las redes sociales el hecho, nadie nos lo contó, lo pudimos ver con nuestros propios ojos cuando estaba sucediendo, los y las que seguimos el futbol mundial, y luego las fotos y los videos del acontecimiento dan fe de lo sucedido.
Se trata de una acción que en el pasado podría ser disculpada de diferentes formas, pero que hoy no hay manera que se logre justificar una acción como la ejecutada por el Presidente de la Federación Española de Futbol.
La recurrencia de besar abruptamente a una mujer, era entendida antes como una acción romántica. Aún en las condiciones en que sucedió el hecho perpetrado por Luis Rubiales, si añadimos que al pedir disculpas, mintió diciendo que había sido consensuado con la jugadora española del equipo de futbol Jenni Hermoso, lo cual ya ha sido negado por la jugadora, no se entiende bien todo el hecho. Parece un constructo del absurdo.
Por un lado existe todavía la creencia que es permitido que un hombre apasionado bese sin pedir permiso a una mujer. Supongo que no sería igual, si besa a un varón. Posiblemente la inquisición de las redes sociales y de los seguidores del futbol, hubieran reaccionado de otra manera. Y no habría tenido que pedir disculpas, y se hubiera justificado diciendo que es parte de la cultura de alguno de los jugadores.
El asunto es que ya no se permite en ningún lugar público, un hecho que a todas luces es un abuso de parte de quien lo perpetra. Las emociones que se expresaron durante la final de futbol de ese torneo, podrían decir que fue parte del nerviosismo, pero observamos en el video que Rubiales, no solo besa en la boca a Jenni Hermoso que tenía en la camiseta el número 11, sino también abraza demasiado efusivo y besa en la mejilla con mucha pasión a la jugadora número 6, que logra librarse del beso del Director.
El punto central de discusión es que según el código de ética no es permitido ya que existan este tipo de atropellos entre hombres y mujeres. Y que las jugadoras queden expuestas a los deseos de hombres que además tienen poder dentro del futbol federado, como es el caso de Rubiales.
Añadido a todo el evento desagradable que no ha permitido celebrar como es debido, el triunfo de las españolas en los distintos medios donde debió haber sido, el interfecto abusador cree que no es para tanto, que no va a renunciar, aunque se lo pidan. Porque no considera gran cosa lo sucedido, ya que sigue considerando en el fondo que tiene derecho de pernada, como en el periodo histórico de la esclavitud, donde los dueños de finca eran también dueños de la sexualidad de las mujeres esclavizadas.
El punto es que la mentalidad de estos hombres no ha cambiado, a pesar del refinamiento, los estudios, las posiciones que los dignifican, no se han transformado, y siguen manteniendo una actitud de poder frente a un grupo de mujeres que han demostrado el más alto nivel de habilidad en el deporte que practican.
No es gratuito entonces hablar de la colonialidad de género, volver a preguntarse por qué los hombres de color como Rubiales, se alían en procesos de explotación con otros hombres poderosos, que seguramente le permiten a este individuo actuar sin respeto sobre las jugadoras del equipo español, como que no tuvieran derechos adquiridos de sentirse seguras y a salvo. Y por eso él mismo dice frente a quienes le están grabando que no dimitirá.
Lo que comprueba esta actitud preponderante de parte de este individuo es que dentro del marco del futbol mundial, las jugadoras todavía tienen que pelear sus derechos de no ser acosadas y abusadas por hombres que como Rubiales tienen un poder, concedido por toda una estructura patriarcal, que le permite mentir y ser sarcástico a la hora de entrevistarse con los medios de comunicación.
Este acto de abuso público demuestra que no hemos avanzado lo suficiente, buscando sensibilizar a los varones de ciertos espacios de poder como el futbol, sobre los temas y los derechos de género. A las mujeres nos ha costado mucho lidiar, bregar, enfrentarnos con actitudes que son formas sutiles de violencia patriarcal, y que ya no pueden ni deben ser toleradas a nivel social.
La actitud de Rubiales solo viene a constatar que independientemente que el sujeto sea despedido, dimita o se aleje de las estructuras de poder del futbol español, hacen falta más horas de formación en temas de género para los equipos, los trabajadores de las asociaciones, y cualquier persona que tenga relación e interaccione con mujeres y hombres, en un campo del deporte que tiene reglas de género ocultas, las cuales están siendo utilizadas por el acosador como excusa para no ser castigado, por llevar a cabo prácticas de violencia física, como las que realizó durante el partido.
Sabemos que en algún momento, se tocó los genitales en señal de bravura durante el partido, y que permitir esas actitudes en delegados y representantes del futbol mundial pueden transformarse en violencias ocultas que todavía perviven en las estructuras del futbol del mundo.
domingo, 13 de agosto de 2023
LAS AFROSAMBAS DE VINICIUS DE MORAES Y BADEM POWEL
He escuchado muchísima música brasileña a lo largo de unos 30 años. Era asidua de un programa de Jorge Sierra sobre música del Brasil en los años 80, y en medio de la noche, colocaba a todo volumen, en la tecnología que tenía, las piezas de samba, bossanova y ahora sé afrosambas, que Sierra iba tocando para su audiencia, que hoy no sé cuál era, no sé quiénes éramos los del club que estábamos fascinados por una música que parecía quedarnos lejos, pero que sentíamos como nuestra. Pienso que sería la cadencia, la sonoridad de lo híbrido, la sensualidad de la danza con la que ellos suelen acompañar la música.
Vinicius de Moraes es una institución en la historia de la música popular brasileña, acompañó en las décadas del 60 y 70 a jóvenes músicos y músicas, que luego desarrollarían sus propios estilos hacia el fin del siglo XX. Además a de Moraes lo había leído como poeta, me había marcado su lectura, porque los poemas tenían una conciencia postmoderna que a mí me encantaba, había algo de hechizo en la forma tan natural en que Vinicius abordaba el hecho poético.
A lo largo de mucho tiempo, fui escuchando poemas de Vinicius interpretados por diferentes músicos, con arreglos propios y de otros y otras, que iban apropiándose de su camaleonismo poético, y su relación con la música, que le venía desde adentro, desde su propia apertura para ver su pasado colonial y tratar de entenderlo a través de la música y la poesía.
Escribió muchas letras de canciones famosas, que hemos escuchado los aficionados a la música brasileña, pero quizás de la que menos se sabe es la de la Garota de Ipanema. Letra que le pertenece, y a la cual Jobim le puso la melodía, pero en un trabajo de rapacería, como era común entre esos grupos de músicos populares. Al paso del tiempo no se escucha que Vinicius de Moraes la haya escrito, se le otorga el crédito de todo a Jobim que obviamente le pudo poner música a una pieza que es mucho más famosa que los dos juntos. Pero no lo hizo solo. Vinicius es una especie de gurú de la poesía y de la música, pues otros artistas con quienes también creó piezas híbridas, entre música popular y poesía escrita por él mismo, también lograron gran difusión y se conocieron por todo el Brasil, pues la radio era en ese tiempo una forma de comunicación muy eficiente y altamente popular.
Las aficionadas y aficionados de Vinicius supongo que saben que en los años 60 se alió con Badem Powel, el guitarrista afrobrasileño y esa relación resultó en un abordamiento de parte de Vinicius de la cultura yoruba. Al punto que tanto poesía como música fueron intervenidas de parte de Vinicius con la fuerte influencia de la cultura afrobrasileña, y esa relación entre músicos de distinto origen le dio un sello que sigue gustando, y que hace hoy que sus canciones, sus piezas, que siguen sonando, hablen en el trasfondo de un compromiso social, político y cultural, que artistas como de Moraes hicieron con lo que aquí gustan llamar mestizaje, solo que en el caso del Brasil, se trata de al menos tres claras culturas en mezcla, que dan como resultado, piezas musicales, que pueden seguir emocionando a quienes en el siglo XXI, seguimos escuchando la humanización que alcanzaron estas obras de músicos que se comprometieron con sus distintos orígenes étnicos. Una de las más conocidas es Berimbau, pero son muchas las piezas de este periodo y del album que grabaron completo con Badem Powel, en aquella ya olvidada década del 60, en que el Brasil y su cultura iba aceleradamente hacia la transmodernidad.
ANALIZAR Y PENETRAR EN LA LITERATURA GUATEMALTECA He escuchado hoy varias ponencias en el Congreso de Filosofía de la Universidad Rafael ...
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(m.mayer imagen) BOTAR EL ROSA (conmemorando el 25 de noviembre, 2024) Quisiéramos empezar hablando de varias generaciones de mujeres...





